“La sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: él prende a los sabios en la astucia de ellos” (1 Corintios 3:19).

UN MUNDO CAÍDO

lunes 11 de febrero, 2013

Una cosa es cierta: el mundo en el cual vivimos ahora es vastamente diferente del que salió de Dios al final de la semana de la creación. Ciertamente, existen poderosas evidencias de belleza y de diseño casi por todas partes; sin embargo, somos seres dañados por el pecado y tratamos de comprender el mundo dañado por el pecado en el que vivimos. Aun antes del diluvio, el mundo había sido impactado negativamente por el pecado. “En los días de Noé pesaba sobre la tierra una doble maldición, como consecuencia de la transgresión de Adán y del asesinato cometido por Caín” (CV 32).

¿Cómo fue “maldecido” el mundo? ¿Cuáles fueron los resultados naturales de esas maldiciones? Génesis 3:17; 4:11, 12; 5:29.

La maldición del suelo por amor a Adán debe haber involucrado al reino de las plantas, porque sus resultados incluyeron la producción de espinas y cardos. La consecuencia es que toda la creación quedó afectada por las maldiciones que resultaron del pecado. La cita de Elena de White, transcripta más arriba, afirma muy claramente que la maldición sobre Caín no se limitó meramente a él, afectó a todo el mundo.

Desafortunadamente, las maldiciones debidas al pecado no terminaron ahí, porque el mundo afrontó otra maldición, que lo dañó grandemente: el diluvio universal. “Percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho” (Génesis 8:21).

El diluvio arruinó el sistema de regado que Dios había establecido en la creación, quitando el suelo de algunos lugares de la tierra y depositándolo en otros. Incluso ahora, la lluvia continúa lavando el suelo, quitándole su fertilidad y reduciendo aún más las cosechas. Dios prometió por su gracia no maldecir otra vez la tierra, pero el suelo que hemos heredado está muy distante de ser el la tierra rica y productiva que Dios originalmente creó.

Lee romanos 8:19-22. aunque estos son versículos difíciles, ¿cómo se relacionan con lo que hemos considerado hoy? ¿Qué esperanza inherente deriva de ellos?