“Y harán un Santuario para mí, y habitaré en medio de ellos” Éxodo 25:8
“SED SANTOS”
“Y tomarás el aceite de la unción, y ungirás el tabernáculo, y todo lo que está en él; y lo santificarás con todos sus utensilios, y será santo. Ungirás también el altar del holocausto y todos sus utensilios; y santificarás el altar, y será un altar santísimo” Éxodo 40:9 y 10
Éxodo 40:9 y 10 nos muestra que el Santuario había de ser considerado “santo”.
La idea básica de santidad es estar separado y ser singular, pertenecer a Dios.
“Los servicios simbólicos eran el vínculo que unía a Dios con Israel. Las ofrendas de sacrificios tenían el propósito de prefigurar el sacrificio de Cristo, preservando así en el corazón de la gente una firme fe en el Redentor venidero. Por lo tanto, a fin de que el Señor pudiera aceptar sus sacrificios y continuar morando con ellos y, por otro lado, para que el pueblo pudiera tener un conocimiento correcto del plan de salvación y un recto entendimiento de su deber, era de la máxima importancia que en todas las personas relacionadas con el Santuario hubiera santidad de corazón y pureza de vida, reverencia para Dios y estricta obediencia a sus requerimientos”
Elena de White, CBA 2:1.004
Lee Levítico 19:2 y 1 Pedro 1:14 al 16. ¿Cuál es la razón principal para que la gente sea santa?
La santidad de Dios nos transforma y nos pone aparte. Su santidad es la motivación máxima para la conducta ética de su pueblo en todas las esferas de su vida (ver Lev. 19), sea la observancia de la ley de alimentación (Lev. 11:44, 45), el respeto al sacerdote (Lev. 21:8), o no conformarse con los apetitos anteriores (1 Ped. 1:14). Obviamente Dios quiere que crezcamos en santidad al llegar a estar más cerca de él. Este cambio únicamente puede producirse por medio de una entrega de nuestra naturaleza pecaminosa y una disposición a hacer lo recto, sin importar las consecuencias.
Piensa en ti mismo, tus hábitos, gustos, actividades, etc. ¿Cuánto de lo que eres y de lo que haces lo considerarías “santo”? Es una pregunta difícil de afrontar, ¿verdad?