“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”

Juan 17:20 y 21

COMPASIÓN COMPROBADA CON EL TIEMPO

domingo 12 enero, 2014

Con frecuencia, la oración está centrada en uno mismo. Los creyentes presentan su lista de deseos delante de Dios, esperando obtener lo que piden. Aunque, por supuesto, se nos dice que pongamos nuestras peticiones delante de Dios, algunas veces nuestros motivos no son puros. Después de todo, nuestro corazón ¿no está corrompido, y es malvado y engañoso? ¿No será que nuestras oraciones, a veces, sencillamente reflejan la pecaminosidad que reside en el interior?

Sin embargo, la oración intercesora se concentra en las necesidades de otra persona, eliminando así la probabilidad de una motivación egoísta. A lo largo de la historia, las oraciones de intercesión han representado la expresión más elevada del discurso espiritual. No manchadas por el deseo de gratificación personal, estas conversaciones demuestran abnegación, compasión y un anhelo ferviente de la salvación de otros.

Lee Daniel 9:2 al 19. ¿Qué abrumaba a Daniel a lo largo de esta oración? ¿Qué lugar ocupó la confesión dentro de la oración? Por causa de su avanzada edad, Daniel probablemente no se beneficiaría en forma personal con la restauración de Jerusalén. Por lo tanto, ¿qué motivaba su oración?

Habían pasado setenta años desde que Jeremías había pronunciado la profecía que Daniel estaba considerando. Después de tantos años, los amigos de Daniel en Jerusalén probablemente habían muerto. La restauración de Jerusalén tampoco restauraría la fortuna personal de Daniel. Nada en la oración de Daniel sugiere preocupaciones egoístas. El anciano profeta, expresamente, implora a Dios con respecto al futuro de la nación judía exiliada y a la propia reputación de Jehová. Una amplia confesión precede a su pedido; y Daniel se incluye entre los desobedientes en la confesión. El profeta no está dispuesto a presumir de su propia inocencia. Daniel mismo asume la responsabilidad aunque, principalmente, procura la restauración para beneficiar a otros.

Piensa en tu vida de oración: por cuáles cosas oras, y por qué y para quién. ¿Cuánta muerte al yo se involucra en ella? ¿Cómo puedes aprender a ser menos centrado en ti mismo en tu vida de oración? Es decir, ¿cómo pueden tus oraciones, aun las que son por ti mismo, ser menos egoístas?

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