“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”

Juan 17:20 y 21

COMPASIÓN SIN LÍMITE DE TIEMPO

miércoles 15 enero, 2014

Cristo era la encarnación de la perfección; es decir, toda la perfección de Dios se reveló en él. Por lo tanto, ¿fue alguien más compasivo que Cristo? ¿Quién poseyó un deseo más fuerte de aliviar la angustia humana que Jesús?

Entonces, nosotros preguntamos: ¿qué relación tienen la compasión y la intercesión de Cristo con el discipulado?

Lee Lucas 22:31 y 32; y Juan 17:6 al 26 (ver también Heb. 2:17). ¿De qué modo la identificación de Jesús con la humanidad influyó en sus oraciones intercesoras? ¿Cuáles son los objetivos definitivos de las oraciones intercesoras de Cristo?

Jesús podía interceder a favor de sus discípulos con efectividad porque estaba activamente involucrado en su vida, los comprendía completamente y deseaba apasionadamente su bien. La intercesión efectiva hoy demanda lo mismo. El que hace discípulos en el siglo XXI descartará las actividades que insumen tiempo y que interfieren en su relación con las almas perdidas. El ganar dinero, alcanzar fama y aun la excelencia educacional deben estar sujetos a la meta más grande de la redención de los perdidos. Esta es una verdad importante que se escapa muy fácilmente de la vista, porque a menudo estamos atrapados en la rutina diaria del vivir.

Jesús se dedicó a la vida de los discípulos. Los visitaba en sus hogares, conocía a sus familiares, pasaba tiempo libre en su compañía y trabajaba junto a ellos. No se le escapaba nada que fuera importante de su vida. Hacer discípulos hoy requiere más que distribuir publicaciones y argumentar con precisión las enseñanzas bíblicas. Orar con simpatía consciente por la angustia de otra persona, y con un deseo apasionado de aliviar esa angustia, sigue siendo todavía la norma de la oración intercesora en el discipulado efectivo.

Aunque suene extraño, hay mucha verdad en la afirmación: “A la gente le importa poco lo que sepas, hasta que sepa cuánto te interesas en ellos”.

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