“Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor”

Juan 15:10

LA “REGLAS” DE AMOR (Juan 15:10)

lunes 19 de mayo, 2014

La Escritura ofrece numerosos ejemplos de la fidelidad de Jesús a la Ley de Dios. Por ejemplo, aunque sus palabras en Lucas 2:49 implican que a una edad temprana comprendía su identidad, cuando su madre terrenal expresó el dolor que sintió como resultado de separarse de la familia, él humildemente acompañó a sus padres al hogar y “estaba sujeto a ellos” (Luc. 2:51). En otra ocasión, Jesús rehusó inclinarse ante Satanás cuando lo tentó en el desierto, porque la adoración estaba reservada solo a Dios (Luc. 4:8). Y hay varios pasajes que hablan de que guardaba el sábado (Luc. 4:16). Pablo escribió que toda la vida de Jesús estuvo basada en la obediencia a la voluntad de Dios (Fil. 2:5-11); y Hebreos dice que, aunque fue tentado, nunca pecó (Heb. 4:15). De esta manera, él pudo decir, al acercarse a sus horas finales, “he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor” (Juan 15:10).

Lee Juan 13:34 y 35. ¿Qué quiso decir Jesús cuando indicó que este era un mandamiento “nuevo”?

Jesús entendió que había una relación entre la observancia de los Mandamientos y el amor. Aunque no estamos acostumbrados a hablar acerca de las “reglas” del amor, se podría decir que, en un sentido real, los Diez Mandamientos son esas reglas. Nos muestran cómo quiere Dios que expresemos nuestro amor a él y a los demás.

Dios es amor (1 Juan 4:16) y así, al presentar su mandamiento a sus discípulos (Juan 13:34, 35), Jesús sencillamente está ampliando la Ley de amor que se originó en su Padre (Juan 3:16). No obstante, ahora, más que solo amarnos unos a otros como a nosotros mismos, hemos de amar a Jesús como él nos amó a nosotros.

“Cuando se pronunciaron estas palabras, los discípulos no las pudieron entender; pero después de su crucifixión, resurrección y ascensión al cielo, y después de que el Espíritu Santo descendió sobre ellos en el Pentecostés, tuvieron un concepto más claro del amor de Dios y de la naturaleza del amor que debían manifestar el uno por el otro”

HAp, p. 451, 452

Recordando la sección de hoy, lee 1 Juan 3:16. ¿Cómo podemos tener esta clase de amor en nuestra propia vida? ¿Cómo podemos morir esa clase de muerte al yo que se necesita para que podamos expresar tal amor?