“Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” Juan 1:17
CRISTO, LA LEY Y EL EVANGELIO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Deuteronomio 30:15 al 20; Mateo 7:24 al 27; Juan 15:10; Hechos 10:34 y 35; Romanos 7:7 al 12; Efesios 2:1.
Un siglo antes de Cristo, el poeta romano Lucrecio escribió un poema famoso que se perdió en la historia, hasta la Edad Media, titulado “Sobre la naturaleza de las cosas”. Aunque a menudo se lo acusó de ateo, Lucrecio en su poema no niega la existencia de dioses; solo alega que, por ser dioses, no tendrían absolutamente ningún interés en nada humano.
En contraste, la Biblia alega que hay un solo Dios, y que él está fervientemente interesado en lo que sucede aquí. Y dos manifestaciones de ese interés apasionado en la humanidad se encuentran en su Ley (para guiarnos en nuestro vivir) y en su gracia (el medio para salvarnos cuando violamos esa Ley). Aunque a menudo se las ve como contrarias entre sí, la Ley y la gracia están indisolublemente vinculadas. Sus métodos de operación pueden ser diferentes, pero juntas revelan que la justicia tiene que triunfar sobre el pecado. Las manifestaciones de la Ley de Dios y de su gracia proporcionan una evidencia poderosa de su amor por la humanidad y su deseo de salvarnos para su Reino eterno.