“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”
Juan 3:14 y 15
Reconocer nuestra necesidad
Lee Lucas 5:27 al 32. ¿Cómo puedes saber a qué grupo perteneces?
Hay muchas personas sanas físicamente que “no tienen necesidad de médico”. ¿Quién, sin embargo, está realmente sano espiritualmente? De todos los seres humanos, “no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Sal. 14:3); nadie es justo por sí mismo (Rom. 3:10). Podemos realizar algunas acciones moralmente buenas, pero no podemos hacernos justos ante Dios. Por eso, al decir que no había venido “a llamar a justos”, Jesús se estaba refiriendo a los fariseos, que pensaban que eran justos. Lamentablemente, aunque pensaban que estaban bien con Dios, estaban ciegos espiritualmente (Juan 9:40, 41).
El primer paso para recibir la curación del pecado es reconocer nuestra condición de pecadores y nuestra total incapacidad para sanarnos a nosotros mismos. Pero ¿cómo podemos ver nuestra necesidad real si estamos ciegos? ¿De qué manera podemos reconocer que somos pecadores si son, precisamente, nuestros pecados lo que nos impide percibir nuestra verdadera condición?
¿De qué forma pueden ser abiertos nuestros ojos espirituales de modo que reconozcamos nuestra desesperada necesidad de un Salvador? Juan 16:8.
El único colirio que puede hacernos ver nuestro estado espiritual es el Espíritu Santo. Antes que cualquier otra obra que él pueda hacer por nosotros, tiene que convencernos de pecado. Persistentemente, llama a nuestra conciencia a fin de producir en nosotros una percepción ineludible de nuestros pecados y un profundo sentido de culpabilidad, que nos inducirá a anhelar un Salvador. Cuando escuchamos ese llamado, debemos obedecerlo; de otra manera, tarde o temprano, nos endureceremos contra el Espíritu Santo de tal modo que no habrá nada que pueda hacer por nosotros. ¡Qué pensamiento aterrador!
Aunque la culpa a menudo es algo malo, ¿de qué manera el Espíritu Santo ha podido usarla para tu propio crecimiento espiritual?