“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”
Juan 14:1 al 3
¿Cuándo vendrá Jesús?
Cuando Jesús dijo, con respecto al Templo, que “no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada” (Mat. 24:2), los discípulos quedaron atónitos. “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (vers. 3), preguntaron. En el pensamiento de los discípulos, la destrucción del Templo coincidiría con el fin de la historia, en la segunda venida de Jesús.
La respuesta de Jesús combinó hábilmente las señales de ambos eventos: la caída de Jerusalén en el año 70 d.C. y su segundo advenimiento, porque los discípulos no estaban preparados para captar la diferencia entre ellos.
Es importante entender la naturaleza y el propósito de estas señales. No fueron dadas para que determinemos la fecha del regreso de Jesús, pues “del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre” (Mat. 24:36). Más bien, las señales muestran la tendencia histórica de los eventos a fin de alertarnos que su venida está cerca, incluso a las puertas. Aunque nunca debemos colocar fechas para su venida, tampoco debemos ignorar el tiempo en el que vivimos.
Lee Mateo 24:3 al 14, 21 al 26, 29 y 37 al 39 (ver también Mar. 13: Luc. 21). ¿Qué cuadro del mundo presenta Jesús aquí? ¿De qué manera encaja con el mundo en el que vivimos ahora?
La idea más importante que Jesús deseaba grabar en la mente de los discípulos era que su venida estaba cerca. De hecho, en todo su sermón profético, Jesús se dirigió a los apóstoles como si ellos fueran a estar vivos cuando él regresara (Mat. 24:32, 33, 42).
En un sentido muy real, desde la perspectiva personal de cada uno de nosotros, la segunda venida nunca está más lejos que el instante después de nuestra muerte. La muerte es un profundo sueño inconsciente. Cerramos nuestros ojos al morir y, ya sea que pase un año o mil años, lo próximo que sabremos es que Jesús está regresando. Por lo tanto, el sentido de inminencia de la venida de Cristo, que compartían Pablo, Pedro y Santiago, tiene mucho sentido. Para cada uno de nosotros, en forma individual, su venida nunca está más lejos que el instante luego de morir.
¿Cómo nos ayuda este concepto a entender la “inminencia” de la segunda venida de Cristo?