“Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”
Juan 15:14SANTIAGO, EL HERMANO DE JESÚS
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Mateo 7:24-27; Juan 7:2-5; 1 Corintios 15:5-7; Santiago 1:3; 2:5; 1 Pedro 2:9, 10.
HOY ESTAMOS MUY LEJOS DE LOS PRIMEROS DÍAS de la iglesia cristiana, tanto en tiempo como en cultura. Por eso, tenemos poca idea de lo que era pertenecer al naciente movimiento cristiano en un tiempo en que muchas congregaciones se reunían en hogares, y la mayoría de los creyentes eran judíos perseguidos por sus compañeros israelitas. La carta de Santiago nos da una de las más tempranas vislumbres del cristianismo de origen judío antes de que desapareciera en la niebla de las controversias judeocristianas, y antes de la marginalización de los judíos por una iglesia con predominio de gentiles, a partir del siglo II.
A diferencia de muchas de las epístolas, no parece que una crisis o necesidad urgente de alguna iglesia local haya impulsado a Santiago a escribir la suya. Más bien, escribió a una comunidad cristiana más amplia, “las doce tribus que están en la dispersión” (Sant. 1:1).
Sin embargo, antes de sumergirnos en su carta, trataremos de aprender lo que podamos acerca del autor. Algunas preguntas que consideraremos son: ¿Quién fue Santiago? ¿Cuál era su trasfondo? ¿Qué relación había tenido con Jesús? ¿Qué posición ocupaba en la iglesia?