“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”

Heb. 12:2, NVI

LA FE PERDURA

domingo 05 octubre, 2014

Lee Santiago 1:2 y 3; 1 Pedro 1:6 y 7; y 4:12 y 13. ¿Qué actitud tienen en común Santiago y Pedro acerca de las pruebas? ¿De qué modo debemos relacionarnos con este mandato bíblico increíble?

A nadie le gusta el sufrimiento; casi siempre lo evitamos, si podemos. La palabra griega que se usa en el versículo 3 para la prueba de nuestra fe es dokímion. Se refiere al proceso de probar si algo es genuino. Pedro compara esta prueba de nuestra fe con la forma en que el fuego purifica el oro; aunque esa prueba puede no ser placentera, Dios espera un resultado exitoso. Las pruebas no deben desanimarnos; porque, si permanecemos fieles, “saldré como oro” (Job 23:10; comparar con Prov. 17:3).

De este modo, debemos regocijarnos cuando vienen las pruebas, especialmente de nuestra fe, porque Jesús dijo: “Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos” (Mat. 5:12). Además, las pruebas profundizan nuestro aprecio por lo que Cristo soportó por nosotros. Como destaca 1 Pedro 4:13, nos capacitan para compartir los padecimientos de Cristo.

Es decir, necesitamos mirar más allá de cada prueba y visualizar el resultado que Dios espera. Allí es donde entra la fe. Necesitamos creer en un Padre amante, confiar en su sabiduría y actuar sobre la base de su Palabra. Podemos confiarle con seguridad nuestro futuro a él (ver Rom. 8:28). De hecho, solo por la fe, por medio del conocimiento del amor de Dios y viviendo por fe a la luz de ese amor es como podemos llegar a gozarnos en nuestras pruebas.

En Santiago 1:3, el fin de la prueba de nuestra fe es la “paciencia”. La palabra griega utilizada aquí ( hupomoné) también puede traducirse como “constancia” o “perseverancia”. Hupomoné es eso que dura más que todo lo demás, porque descansa con confianza en la seguridad de la liberación final que da Dios (como en Luc. 21:19).

Una cosa es permanecer fiel a Dios durante las pruebas; es decir, no perder la fe sino aferrarse al Señor aun en los peores momentos. Pero, se nos dice que debemos “alegrarnos” en nuestras pruebas. ¿No es pedir demasiado? Después de todo, a veces puede ser muy difícil mantenerse fieles en las pruebas, pero... ¿“regocijarse” en ellas? ¿Cómo podemos aprender a alegrarnos durante un momento de dificultad?

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