“Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho” Sant. 5:16

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domingo 14 de diciembre, 2014

Lee Santiago 5:13. ¿Qué contraste interesante se presenta aquí? ¿Cómo aplicamos estas amonestaciones a nuestra propia experiencia?

Aunque Santiago trata con dos cosas diferentes (aflicción, alegría), las vin cula con la oración y la alabanza: ora cuando estés afligido, alaba cuando estés alegre. Estas dos prácticas no son muy diferentes, pues muchos salmos de ala banza también son oraciones. Santiago comienza la epístola animando a sus lectores a tener “por sumo gozo” cuando estén en diversas pruebas, “sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Sant. 1:2, 3). El tiempo de orar y el de alabar podrían estar más entrelazados de lo que pensamos.

La palabra “aflicción” en Santiago 5:13 viene de la misma raíz que se usó para referirse al sufrimiento de los profetas (Sant. 5:10) y se refiere tanto al su frimiento físico como al mental: “primero y principalmente, el peligro y el trajín de la guerra” (Ceslas Spicq, Theological Lexicon, 2:239), pero también al trabajo manual agotador y al esfuerzo costoso. Se usa en 2 Timoteo 2:9 y 4:5 para describir “la ardua labor apostólica que no se detiene ante las dificultades” (ibíd., 2:240). Nos volvemos a Dios cuando vienen las aflicciones. La oración es esencial al afrontar dificultades, pero el cantar y tocar música sagrada (la palabra psalléto puede significar ambas cosas) es también útil. “Como parte del servicio religioso, el canto no es menos importante que la oración. En realidad, más de un canto es una oración” (Ed 168). ¿Cuántos de nosotros hemos estado deprimidos hasta que recordamos las palabras de un himno que nos elevó? Hay mucha gente que sufre o necesita ánimo, y se alegraría con una visita llena de oración y canto. “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran” (Rom. 12:15). El libro de los Salmos es un tesoro de oraciones y cantos que pueden inspirar y animar cuando no sabemos a dónde volvernos por ayuda.

Todos sabemos cómo el sufrimiento nos acerca al Señor y nos induce a la oración. Pero ¿cuáles son los peligros espirituales que vienen cuando las cosas son favorables para nosotros? ¿Por qué en esas ocasiones es tan importante la alabanza? ¿Qué no debemos olvidar nunca?