“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” Mat. 5:3

¿Quién crees que eres?

domingo 15 de marzo, 2015

Lee Proverbios 30:1 al 3, 32, 33. Juntos, ¿que están diciendo?

La negación propia que se ve en estos textos es un respiro en la generali zada exaltación propia de los reyes del antiguo Cercano Oriente, a quienes a menudo les gustaba jactarse de su sabiduría, logros y victorias militares. De Salomón mismo se registra que excedía “a todos los reyes de la tierra en riquezas y sabiduría” (1 Rey. 10:23; Ecl. 2:9). Y, por supuesto, está Nabucodonosor, quien proclamó: “¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?” (Dan. 4:30).

Por cuanto el autor comprende su propia ignorancia, llama “necedad” a esa jactancia. La palabra hebrea para “necedad” aquí es nabal, que es el nombre de Nabal, cuya conducta fue un ejemplo de orgullo necio (a href="/biblia/9/25">1 Sam. 25). Esa jactancia, que implica orgullo, conlleva también la posibilidad de la humillación y, por ello, del enojo y la contienda. El apóstol Pablo llamó “necios” a algunos de sus miembros por considerarse sabios; y, peor aun, estaban jactándose de ello (2 Cor. 11:18, 19).

Lee Lucas 18:9 al 14. ¿Por qué podría ser más fácil de lo que uno pen ­ saría actuar como el fariseo? ¿Cómo podemos estar seguros de no caer en la misma trampa, aun en formas sutiles?

Tienes que sentirte triste por las personas que se jactan (generalmente cubren así sus inseguridades); muestra cuán auto engañadas están y cuán ignorantes son, en realidad.