”Y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” Luc. 3:22

“NO SÓLO DE PAN”

martes 7 de abril, 2015

“Y Jesús, lleno del Espíritu Santo [...] fue llevado por el Espíritu al desierto, por cuarenta días, y era tentado por el diablo” (Luc. 4:1, 2). Nacido para una misión ordenada por Dios, comisionado para la tarea en ocasión de su bautismo, equipado con el poder del Espíritu Santo, Jesús el Cristo se retiró al desierto para contemplar la tarea que tenía por delante.

La tentación en el desierto fue una batalla importante entre Cristo y Satanás, en la gran controversia trabada desde la rebelión de Lucifer en el cielo. En el desierto, cuando el Salvador estaba debilitado por haber pasado los cuarenta días sin comer, y el camino por delante parecía sombrío y fatigoso, Satanás asumió el comando de su ataque contra Jesús. “Satanás vio que debía vencer o ser vencido. Los resultados del conflicto significaban demasiado para ser confiados a sus án- geles confederados. Debía dirigir personalmente la guerra” (DTG 91).

Nota lo que Satanás le dijo a Cristo: “Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan” (Luc. 4:3). ¿Qué estaba tratando de hacer Satanás en ese momento, que reflejaba lo que había intentado hacer en el cielo?

El pan no es el problema central aquí. Sí, los cuarenta días de ayuno en el desierto debieron haber dejado a Jesús con mucho apetito, y Satanás usó esta circunstancia como señuelo. Pero, Satanás sabe que Jesús es el Creador del universo. Para quien creó el universo de la nada, hacer pan de una piedra no es un problema. El punto vital en la tentación se encuentra en su introducción: “Si eres Hijo de Dios”. Solo cuarenta días antes, la voz del Cielo había afirmado que Jesús era realmente el Hijo de Dios, y ahora ¿debía dudar Jesús de esa seguridad celestial? Dudar de la Palabra de Dios es el primer paso en el ceder a la tentación. En el cielo, Satanás desafió la autoridad de Jesús; y lo hizo también aquí, incluso de una manera mucho más sutil que cuando trató de hacerlo en el cielo.

¿Cómo puedes aprender a no caer ante los intentos de Satanás de impulsarte a dudar de las promesas de Dios, como trata de hacerlo con todos nosotros?