“Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” Luc. 9:23
EL ENVÍO DE LOS SETENTA
Lee Lucas 10:1 al 24. ¿Qué nos enseña el envío de los Setenta sobre la obra de ganar almas en medio de la gran controversia?
En su ministerio, muchos discípulos siguieron a Jesús. Cuando Pedro dirigió la selección de un reemplazo de Judas, el grupo contaba con por lo menos 120 discípulos (Hech. 1:15). Pablo dice que Jesús tuvo no menos de 500 seguidores cuando ascendió (1 Cor. 15:6). Así que, el envío de los 70 no limita el número de los discípulos que tenía Jesús, sino que sugiere la elección de un grupo especial para una misión limitada antes de que él fuera a los pueblos de Galilea.
Solo el Evangelio de Lucas registra el envío de los Setenta, muy típico de la mente misionera de Lucas. El número 70 es simbólico en las Escrituras y en la historia judía. Génesis 10 enumera setenta naciones del mundo como descendientes de Noé, y Lucas tenía una cosmovisión universal. Moisés designó a setenta ancianos para ayudarlo en su obra (Núm. 11:16, 17, 24, 25). El Sanedrín estaba compuesto por setenta miembros. No se menciona si ese número tuvo importancia en el envío de los Setenta, y no hay necesidad de especular. Lo importante es que Jesús, como adiestrador de dirigentes para la iglesia, no concentró poder y responsabilidad en unos pocos, sino que la esparció entre muchos.
Gozo y satisfacción señalaron el retorno de los Setenta. Informaron a Jesús: “Aun los demonios se nos sujetan en tu nombre” (Luc. 10:17). El éxito en la ganancia de almas nunca es el trabajo del evangelista. Él es solo un medio. El éxito viene por medio de “tu nombre”. El nombre y el poder de Jesús están en el centro de cada misión evangelizadora.
Pero, nota tres reacciones de Jesús ante el éxito de los Setenta. Primero, en el éxito de la evangelización, Jesús ve la derrota de Satanás (vers. 18). Segundo, se promete que, cuanto más involucrada esté una persona en la evangelización, más autoridad tendrá (vers. 19). Tercero, el evangelista no debe gozarse por lo realizado en la Tierra, sino porque su nombre esté escrito en el cielo (vers. 20). El Cielo se regocija por cada persona arrancada a Satanás, y es un golpe para los planes de este.
Lee otra vez Lucas 10:24. ¿Qué cosas hemos visto, que los profetas y los reyes desearon ver pero no pudieron? ¿Qué debería significar esto para nosotros?