“Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe” Luc. 17:5

HUYE DEL FARISEÍSMO

domingo 31 de mayo, 2015

De las más de 80 referencias a los fariseos en los evangelios, casi el 25 por ciento se encuentra en Lucas. Los fariseos eran conservadores en lo doctrinal, a diferencia de los saduceos, que tenían ideas liberales. Los fariseos eran legalistas y, aunque profesaban creer en la gracia, enseñaban la salvación por guardar la Ley.

Lee Lucas 11:37 al 54. ¿Qué advertencias hace Jesús, y cómo se manifiestan estos principios actualmente? ¿De qué forma podemos evitar algunas de las cosas contra las que advirtió Jesús?

Un repaso de los ayes (Luc. 11:42-54) sobre los fariseos y los escribas muestra de qué modo afecta a cada generación el llamado a la verdadera religión, incluyendo la nuestra.

Por ejemplo, mientras que devolver el diezmo es un reconocimiento gozoso de que Dios provee todo, nunca puede sustituir las demandas básicas del amor y la justicia en las relaciones humanas (vers. 42). Los mismos que descuidan “la justicia y el amor de Dios” aman, en cambio, “las primeras sillas en las sinagogas” (vers. 42, 43), lo que es perder el punto central de la verdadera fe.

Jesús advirtió que los que equiparan la verdadera religión con ritos externos son inmundos, como los que están en contacto con los muertos (Luc. 11:44; ver también Núm. 19:16). Es muy fácil confundir lo trivial con lo sagrado.

Además, Jesús pronunció un ay sobre los expertos de la Ley que usan su educación y su experiencia para imponer cargas religiosas intolerables sobre los demás, mientras ellos mismos “ni aun con un dedo” las tocan (vers. 46).

Además, los fariseos honraban a los profetas ya fallecidos, pero actuaban en contra de los que vivían. Mientras Jesús hablaba, algunos estaban tramando matar al Hijo de Dios. Más importante que honrar a los profetas es prestar atención a sus mensajes proféticos de amor, misericordia y juicio.

El último ay es terrible. Algunos a quienes se les habían confiado las llaves del Reino de Dios fracasaron en su tarea. En lugar de usar las llaves para animar al pueblo de Dios a entrar al Reino, lo habían dejado afuera y arrojado las llaves.