“Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla lloró sobre ella” Luc. 19:41

JERUSALÉN: PURIFICACIÓN DEL TEMPLO

lunes 15 de junio, 2015

“Escrito está: Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones” (Luc. 19:46).

Después de la entrada triunfal, durante la cual Jesús lloró sobre Jerusalén, lo primero que hizo fue ir al Templo.

Lee Lucas 19:45 al 48, Mateo 21:12 al 17 y Marcos 11:15 al 19. ¿Qué lecciones importantes podemos obtener de lo que hizo Jesús? ¿Qué deberían decirnos estos informes, como individuos y como miembros de una comunidad que, en cierto sentido, actúa como el templo? Efe. 2:21.

Los cuatro evangelios mencionan la purificación del Templo. Aunque Juan habla de la primera purificación (Juan 2:13-25), que sucedió durante la visita de Jesús al Templo en la Pascua del año 28 d.C., los otros contaron la segunda purificación, al final del ministerio de Jesús, esta vez, en la Pascua del año 31 d.C. De este modo, las dos purificaciones del Templo proveyeron un paréntesis al ministerio de Jesús, mostrando cuánto se preocupaba por la santidad del Templo y de sus servicios, y cómo afirmaba su misión mesiánica y su autoridad.

Sus acciones en el Templo, especialmente la segunda vez, que ocurrió justo antes de su muerte, presentan una idea interesante: sabiendo que estaba por morir pronto, sabiendo que el Templo y sus servicios pronto quedarían nulos y vacíos, Jesús expulsó a los que estaban profanándolo con sus mercaderías. ¿Por qué no los dejó solos, en su propia corrupción, siendo que pronto llegaría a ser innecesario y, dentro de una generación, el Templo sería destruido?

Aunque no se nos da ninguna respuesta, es muy probable que fuera porque era todavía la Casa de Dios, y el lugar donde se revelaba el plan de salvación. En cierto sentido, se podría alegar que, con su muerte próxima, el Templo (y sus servicios) cumpliría una función importante ya que era el lugar donde se podía ayudar a los judíos fieles a comprender exactamente quién era Jesús y lo que su muerte en la cruz realmente significaba. Es decir, el Templo, que representaba todo el plan de salvación, podría ayudar a muchos a llegar a ver a Jesús como “el Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” (Apoc. 13:8).