“Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día” (Luc. 24:7).

CRUCIFICADO Y RESUCITADO

sábado 20 de junio, 2015

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 3:1-6; Lucas 22:39-46; 2 Corintios 13:8; Lucas 22:53; Mateo 12:30; 1 Corintios 15:14.

JESÚS FUE SIEMPRE CONSCIENTE de que había venido a esta Tierra para cumplir la voluntad de Dios (Luc. 2:41-50). Enseñó, sanó y ministró en obediencia al Padre. Después de celebrar la Última Cena, él iba a caminar solo, sería traicionado y negado, enjuiciado y crucificado, y se levantaría victorioso sobre la muerte.

Jesús supo siempre que la Cruz era inevitable. Muchas veces, en los evange- lios, la palabra necesario se usa en relación con los sufrimientos y la muerte de Jesús (Luc. 17:25; 22:37; 24:7; Mat. 16:21; Mar. 8:31; 9:12; Juan 3:14). Era necesario que fuera a Jerusalén, que sufriera. Era necesario que fuese rechazado y que fuera levantado, etc. Iría al Gólgota. Denunció, como proveniente de Satanás (Mat. 16:22, 23), cualquier sugerencia de rechazar la Cruz. Estaba convencido de que “le era necesario [...] padecer [...] ser muerto y resucitar” (vers. 21). Para Jesús, la jornada hacia la Cruz no era una opción (Luc. 24:25, 26, 46), sino una parte del “misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos” (Col. 1:26).