“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (Hech. 2:38, 39).

EL DECRETO DE JERUSALÉN

jueves 27 de agosto, 2015

El éxito inicial de la misión a los gentiles planteó la pregunta crucial para la iglesia primitiva con respecto al tema de que los gentiles llegaran a creer en Jesús, una creencia que los injertaba en la fe bíblica (Rom. 11:17). Cuando personas de otras religiones y culturas se unen a una comunidad de creyentes establecida, siempre aparecen tensiones. En este caso, los cristianos judíos, con su elevada consideración por las demandas de las leyes y los ritos del Antiguo Testamento, suponían que los conversos gentiles debían aceptar y obedecer estas leyes y ritos. El tema principal era la circuncisión, la señal fundamental de ingreso de los varones a la comunidad judía, que simbolizaba la obediencia a todos los requisitos del judaísmo. ¿Debían los gentiles conversos al cristianismo someterse a la circuncisión? Algunos judíos cristianos en Judea creían precisamente esto, y afirmaban sus convicciones en un severo lenguaje teológico: para ellos, era esencial para la salvación.

¿Qué sucedió en el Concilio de Jerusalén que ayudó a resolver este importante tema? Hech. 15:1-35.

Aunque el tema de la circuncisión fue la razón principal del Concilio de Jerusalén, también se trató una amplia gama de prácticas culturales que el evangelio no demandaba de los conversos. El decreto del Concilio (vers. 23-29) proveía una plataforma común donde los cristianos de origen judío y gentil podían coexistir en compañerismo. Los valores fundamentales judíos se respetaban, pero se permitía a los gentiles evitar la circuncisión. La decisión del Concilio fue tanto práctica como teológica. Estableció un modelo para que la iglesia tratara temas y problemas antes de que llegaran a ser demasiado divisivos. Hoy, los misioneros experimentados aprenden a identificar los temas centrales de las creencias cristianas, y se mantienen centrados en ellos en lugar de quedar abrumados con cosas que no son esenciales para la fe.

¿Qué lección podemos obtener del Concilio de Jerusalén que puede ayudar a la iglesia de hoy al tratar temas controversiales? ¿Qué hicieron ellos que puede servir como un modelo para nosotros?