“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hech. 1:8).

Conclusión

viernes 4 de septiembre, 2015

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “El evangelio en Samaria”, en Loshechos de los apóstoles, pp. 86-92.

“Al ser esparcidos por la persecución, salieron llenos de celo misionero. Comprendían la responsabilidad que implicaba su cometido. Sabían que, en sus manos, llevaban el Pan de vida para un mundo famélico; y el amor de Cristo los movía a compartir este pan con todos los necesitados” (HAp 88).

“Y cuando sus discípulos fueron expulsados de Jerusalén, algunos hallaron seguro asilo en Samaria. Los samaritanos dieron la bienvenida a estos mensajeros del evangelio, y los judíos convertidos recogieron una preciosa mies entre aquellos que habían sido antes sus más acerbos enemigos” (ibíd., p. 89).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Como ya vimos, el evangelio rompe barreras entre las personas. Por lo menos, ese es el ideal; pero la realidad ha sido a veces radicalmente diferente. ¿Qué tenemos los seres humanos que, aun entre cristianos –entre los que comprendemos que todos somos iguales ante Dios, que sabemos que la Cruz es el gran igualador−, permitimos que barreras culturales, sociales y otras nos dividan? ¿De qué modo la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que es tan universal, puede abandonar tales prejuicios?
  2. Como vimos, la persecución de la iglesia primitiva obligó a los creyentes a huir y, como resultado, el evangelio comenzó a esparcirse de una manera en que no habría sido posible sin la persecución. Aunque Dios fue capaz de sacar algo bueno de ello, debemos recordar que la persecución religiosa nunca es buena, nunca es correcta, nunca es justificada. ¿Cuál debe ser nuestra actitud hacia los que sufren persecución religiosa, aun si no estamos de acuerdo con sus creencias? (Ver Luc. 6:31.)