“¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa unvaso para honra y otro para deshonra?”Romanos 9:21

ROMPER EL VASO

miércoles 4 de noviembre, 2015

Como vimos ayer, la nación había caído en una profunda apostasía. Norecibían el mensaje. Dios entonces usó a Jeremías para hacer un acto fuertemente simbólico que, idealmente, los ayudaría a despertarse ante el peligro que afrontaban.

Lee Jeremías 19:1 al 15. ¿Qué debía hacer Jeremías, y qué significaba este acto?

Jeremías debía ir otra vez a la casa del alfarero. Sin embargo, esta vez, Dios quería asegurarse de que llevara consigo a un testigo para que viera exactamente lo que estaba por hacer. Los testigos eran los ancianos y los sacerdotes deJudá (Jer. 19:1). Como líderes, eran responsables por lo que ocurría en la nación, por lo que necesitaban recibir el mensaje que Jeremías había de darles mediante el poder de un acto simbólico. La Puerta de los Alfareros (Jer. 19:2, NVI), donde debía romper una vasija de barro, podría haber estado cerca de donde trabajaban los alfareros, y donde ellos volcaban los pedazos de los jarrones que se rompían. De este modo, el simbolismo llegaría a ser aún más fuerte.

¿De qué sirve un jarrón de barro quebrado? Si el jarrón estuviera rajado, algún uso se le podría encontrar, aun si esa no hubiera sido la intención original para ese jarrón. Pero Jeremías no debía solo rajarlo. Debía quebrarlo totalmente, volviéndolo totalmente inútil. Entre la acción misma y las palabras que siguieron, es difícil imaginarse cómo la gente no podría entender la advertencia. Por supuesto, comprender una advertencia y actuar en armonía con ella son dos cosas muy diferentes.

Lo más aterrador es la aparente irrevocabilidad del acto. ¿Quién puede reparar un jarrón quebrado en pedazos? Aunque Dios le diera a la nación esperanza para el futuro, a menos que cambiaran, los habitantes de Judá estaban sentenciados, ellos y sus hijos. Todos los lugares que habían contaminado con sus abominaciones y actos pecaminosos pronto serían contaminados con sus cadáveres. Tal vez la profundidad de su depravación pueda entenderse mejor por la profundidad del castigo que vendría sobre sus cabezas.

Piensa en algo arruinado, que sea irreparable. ¿Para qué se lo había fabricado, y qué sucedió que ahora lo hace inservible? ¡Cuán cuidadosos debemos ser para que esto no nos ocurra a nosotros!