“Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová” Jer. 9:24

JEREMÍAS ESCAPA

jueves 12 de noviembre, 2015

Como vimos ayer, cualesquiera que fueran sus temores o sus emociones, Jeremías se mantuvo firme, aunque percibía la muerte potencial que su posición podría traerle. Advirtió a los príncipes y al pueblo, muy claramente, que si lo mataban afrontarían el castigo por derramar sangre inocente (Jer. 26:15). Jeremías sabía que él no era culpable de las acusaciones contra él.

Lee Jeremías 26:16 al 24. ¿Cómo escapó Jeremías de la muerte?

Es fascinante que los sacerdotes y los profetas, los que se suponía que debían ser los líderes espirituales, tuvieran que ser reprendidos y desafiados por meros “ancianos” y gente común, que salieron en defensa de Jeremías. Recordaron el caso de Miqueas, que había vivido un siglo antes de Jeremías, en Israel. El rey no hirió a Miqueas, sino que escuchó su consejo, toda la nación se arrepintió, y se evitó ese desastre, por lo menos por un tiempo. Ahora, en los días de Jeremías, este pueblo más sabio que sus líderes quería evitarle a la nación el cometer un gran error al matar al profeta de Dios.

La liberación enfatizó que Jeremías no era culpable de aquello de que se lo acusaba. Sin embargo, el odio de los sacerdotes y los profetas se hizo más fuerte. La ira y el deseo de vengarse crecieron en ellos de tal modo que en otro momento golpearían a Jeremías con toda su furia. Su liberación significaba solo un momento de tranquilidad para el profeta; no estaba completamente fuera de peligro.

Lo que podemos ver aquí es un ejemplo del modo en que algunas personas aprendieron lecciones de su pasado mientras que otras, conociendo la misma historia, rehusaron aprender las mismas lecciones. Podemos ver algo similar que sucedió siglos más tarde, con el fariseo Gamaliel y su advertencia a los otros líderes con respecto a cómo manejar a los seguidores de Jesús.

Lee Hechos 5:34 al 41. ¿Qué semejanzas existen entre esto y lo que le sucedió a Jeremías? Pero, más importante, ¿qué lecciones podemos aprender de la historia y de los errores de aquellos que estuvieron antes que nosotros?