“No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual” (2 Rey. 23:25).

JOSÍAS EN EL TRONO

martes 17 de noviembre, 2015

“Cuando Josías comenzó a reinar era de ocho años, y reinó en Jerusalén treinta y un años. El nombre de su madre fue Jedida hija de Adaía, de Boscat. E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y anduvo en todo el camino de David su padre, sin apartarse a derecha ni a izquierda” (2 Rey. 22:1, 2). Considerando el contexto de su llegada al trono, ¿qué vemos de notable en estos textos?

La Biblia no nos da ninguna explicación acerca de este joven notable; considerando las circunstancias, habría sido lógico que fuera tan corrupto y malvado como su padre, pero ese no fue el caso. Por la razón que fuera, eligió un camino diferente, y eso tuvo sobre la nación un impacto positivo aunque, en última instancia, limitado.

En 2 Reyes 22 se menciona lo que Josías hizo con respecto al Templo. Desde la dedicación del Templo hecha por Salomón, habían pasado largos siglos hasta las reformas de Josías (622 a.C.). Los reyes realmente no habían cuidado del Templo. El tiempo había averiado el edificio que una vez había sido hermoso. El joven rey vio que el Templo ya no era adecuado para la adoración debido a los largos años de abandono.

¿Qué hizo Josías cuando descubrió que el Templo estaba tan arruinado? 2 Rey. 22:3-7.

Hoy diríamos que el Rey envió a su ministro de finanzas al sumo sacerdote para pedirle que hiciera planes, y supervisara la obtención de los materiales y la mano de obra requeridos para renovar el Templo. No tuvieron que dar cuenta del dinero que se les había confiado porque estaban actuando con fidelidad. Josías les mostró confianza y, por lo que leemos en el registro, esa confianza fue honrada.

Remodelar el Templo estaba bien, pero, al final, ¿qué es realmente vital para un verdadero reavivamiento y reforma? (Ver Fil. 2:3-8.)