“Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz” Jeremías 29:7

LLANTO POR TAMMUZ

domingo 29 de noviembre, 2015

Aunque Jeremías pudo haberse sentido solo, no lo estaba. Dios había levantado a Ezequiel, un contemporáneo, entre los cautivos en Babilonia, a fin de consolar y advertir a los exiliados, así como confirmar lo que el Señor había hablado mediante Jeremías todos esos largos y duros años. Por medio de su ministerio, Ezequiel advertía a los cautivos contra la necedad de creer las falsas predicciones de un pronto regreso desde Babilonia. También debía predecir, por varios símbolos y mensajes, el sitio devastador que caería finalmente sobre Jerusalén porque el pueblo rehusaba arrepentirse de su pecado y apostasía.

Lee Ezequiel 8. ¿Qué se le mostró al profeta? ¿Qué nos dice estoacerca de cuán fuerte puede ser la cultura dominante, y cuánto impactopuede tener aun sobre las cosas sagradas? ¿Qué advertencias hay aquípara nosotros?

Los escritos de Moisés y de los profetas claramente advirtieron contra la idolatría y la adoración de otros dioses, pero esto es exactamente lo que estaban haciendo, aun dentro de los recintos sagrados del Templo. “Llorar por Tammuz” era un rito de lamentación a un dios mesopotámico. No es extraño que 2 Crónicas diga: “También todos los principales sacerdotes, y el pueblo, aumentaron la iniquidad, siguiendo todas las abominaciones de las naciones, y contaminando la casa de Jehová, la cual él había santificado en Jerusalén” (36:14).

Considera Ezequiel 8:12. La traducción de las cámaras “pintadas de imágenes” es un poco ambigua. Podría significar las cámaras donde guardaban sus ídolos, o podrían ser las cámaras de su propia imaginación, sus propios corazones. De cualquier forma, los líderes habían caído tan abajo que decían que Dios los había abandonado. Es otra manera de decir: “A Dios no le importan estas cosas”. En los recintos sagrados del Templo de Dios, estas personas participaban de la más grosera idolatría, haciendo todo lo que la palabra de Dios les había prohibido. Aún peor, en sus mentes justificaban sus hechos. Aquí vemos lo que Pablo quería decir cuando hablaba acerca de los que adoraban a la creación en lugar del Creador (ver Rom. 1:22-25).