DESAFÍO ABIERTO
Lee Jeremías 44:1 al 10. ¿Qué hacían los cautivos en Egipto?
Durante la cautividad en Egipto, Jeremías debió afrontar el mismo problema que tuvo cuando su pueblo vivía en Judá. En ese tiempo tuvo que hablar a los líderes; ahora tenía que hablar al pueblo común, que en la cautividad cometía algunos de los mismos pecados que trajeron esta devastación sobre él.
¿Qué sorprendente respuesta le dieron a Jeremías cuando los confrontó? (Jer. 44:15-19).
La dureza de sus corazones y el engaño que los había vencido eran asombrosos. Básicamente, miraron a Jeremías en la cara, y desafiaron a él y lo que les había hablado en “el nombre de Jehová”.
La explicación es sencilla: en los tiempos anteriores, antes de la reforma de Josías, cuando estaban profundamente sumergidos en la adoración de dioses paganos, hasta quemando incienso a “la reina del cielo” y derramando libaciones a ella, les iba bien. Estaban bien materialmente y vivían en seguridad. Sin embargo, fue solo después de las reformas de Josías (hechas demasiado tarde y solo a medias) que la calamidad los había golpeado. Así, ¿por qué habían de escuchar a Jeremías y todas sus advertencias?
La respuesta de Jeremías (Jer. 44:20-30) fue: “No, ustedes no entienden. Precisamente porque hicieron todas estas cosas, estas calamidades vinieron sobre ustedes. Peor aún, su obstinada negativa a cambiar significa que vendrán aún más calamidades, y la seguridad que ustedes pensaron que encontrarían en Egipto es un engaño y una mentira, así como los dioses paganos que ustedes adoran. Al fin, conocerán la verdad, pero será demasiado tarde”.
¿Qué sucede con los que, sumergidos en el pecado y la incredulidad, parecen estar muy bien mientras que, a veces, los cristianos fieles pasan por terribles pruebas? ¿Cómo enfrentamos esta realidad?