Conclusión
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Aunque estamos muy lejos del Edén y de la Creación original, todavía hay mucho en la creación que nos habla de la bondad de Dios. Mira a tu alrededor: podemos ver no solo una increíble belleza, sino también un increíble diseño, todo lo cual testifica del amor de nuestro Creador. Por ejemplo, piensa en cosas tales como manzanas, naranjas, mandarinas, fresas o frutillas, limones, sandías, almendras, nueces, peras, ciruelas, zanahorias, arvejas, bananas o plátanos, piñas o ananás, granadas, brócoli, repollitos de Bruselas, coles, cebollas, cerezas, apio, papayas, berenjenas, ruibarbo, espinaca, melones, etc., etc. ¿Será por azar que todos estos productos naturales son tan sabrosos (bueno, a algunos no les gustan el brócoli...), tan buenos para nosotros, y que crecen del suelo y producen sus propias semillas? Por supuesto que no. Sin embargo, no todos tienen acceso a esta abundancia, y hay inundaciones y pestes, y hay gente que pasa hambre. Por supuesto, esto es testimonio de cuán dañado ha quedado nuestro mundo por causa del pecado. Pero si podemos, por un momento, ponernos “detrás” del daño hecho a la creación y solo considerar la creación misma: ¡qué testimonio poderoso es del amor de Dios! Solo tenemos que recordar que la esperanza no está en la creación misma, sino solo en el Creador.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- Como seres humanos, no nacimos para morir. La muerte es una aberración, algo que los humanos nunca deberían haber conocido ni experimentado. Por ello, la repulsión universal hacia la muerte que todos sentimos es, sin duda, un vestigio de lo que hemos traído nosotros del Edén. Medita en todas las promesas de vida eterna que se nos han dado en la Biblia. ¿Cómo pueden ayudarnos a tratar con el terrible trauma que es ahora la muerte?
- ¿Qué partes del mundo creado te hablan a ti de un modo poderoso acerca de la realidad de Dios y de su amor por nosotros?
- Lee otra vez en Génesis 3 el modo en que Adán y Eva comenzaron a justificar su pecado. ¿Por qué es tan fácil hacer eso? ¿De qué maneras procuramos hacer lo mismo? Es decir, ¿cuán a menudo decimos que la herencia, el ambiente u otras personas son la causa de nuestras equivocaciones? ¿Cómo podemos sacudirnos de esa peligrosa forma de pensar, y aceptar nuestra responsabilidad por nuestras acciones?