“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Luc. 19:10).

PIEDRAS EN PAN

martes 2 de febrero, 2016

Lee Mateo 4:1 al 3. ¿Qué sucede aquí, y por qué? ¿De qué modo se desarrolla el Gran Conflicto?

“Cuando Jesús fue llevado al desierto para ser tentado, fue llevado por el Espíritu de Dios. Él no invitó a la tentación. Fue al desierto para estar solo, para contemplar su misión y su obra. Por el ayuno y la oración, debía fortalecerse para andar en la senda manchada de sangre que iba a recorrer. Pero, Satanás sabía que el Salvador había ido al desierto, y pensó que esa era la mejor ocasión para atacarlo” (DTG 89).

Hay semejanzas dramáticas entre el informe de las tentaciones de Jesús y las experiencias de los israelitas en su peregrinación después del Éxodo. Después de pasar por el agua, Jesús fue al desierto, donde no comió nada y fue probado durante cuarenta días. En forma similar, los israelitas pasaron por el agua (el mar Rojo), entraron al desierto donde no había pan, y estuvieron allí por cuarenta años. Lee esto en Deuteronomio 8:2 y 3.

Mateo dice que, después de cuarenta días, Jesús tuvo hambre (Mat. 4:2). Entonces, alguien aparece con un consejo “servicial” (como con Job). Esta no era la primera vez que Satanás llegaba para “ayudar” a alguien en crisis. Zacarías 3 registra la historia de un sumo sacerdote en tiempos de la reconstrucción de Jerusalén después del exilio babilónico. Al estar ante Dios en visión, alguien apareció a su derecha. El amigo de más confianza solía estar parado a la derecha para proteger y guardar contra cualquier posible atacante. Pero, quien estaba a la derecha en Zacarías 3 era el “acusador”, pretendiendo ser un amigo de con anza.

Lo mismo le sucedió a Jesús en el desierto. El que vino para “ayudar” se descubrió a sí mismo cuando dijo: “Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan” (Mat. 4:3). Un ángel de Dios no habría tenido dudas acerca de la divinidad de Jesús.

Nota además cómo la respuesta de Jesús (Mat. 4:4) es una cita vinculada al Éxodo: “[Dios] te sustentó con maná, comida que no conocías tú [...] para hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre” (Deut. 8:3).

Por importante que sea no caer en la tentación, ¿cuánto más importante es asegurarte de que, sin darte cuenta, no estés guiando a alguien a ella?