“Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? (Luc. 24:32).

EL DOMINIO DE JESÚS SOBRE LA NATURALEZA

martes 16 febrero, 2016

Lee Mateo 8:23 al 27, Marcos 4:35 al 41 y Lucas 8:22 al 25. ¿Cuál es la realidad del Gran Conflicto que se revela en estos textos?

Aunque no entendemos plenamente en qué grado Satanás impacta el mundo natural, la Escritura revela que su influencia está allí, tal como se ve en la historia de Job (ver Job 1:18, 19). Elena de White también nos dice que “Satanás está ahora procurando por medio de desastres en tierra y mar sellar la suerte de tantos como sea posible” (ELC 348). Esta es otra indicación de su poder en esta área. Es en medio de los interminables desastres naturales que golpean al mundo que se puede ver la realidad del Gran Conflicto que se juega aquí en la Tierra.

En esta historia, al llegar el anochecer de un largo día de enseñanza, Jesús sugirió a los apóstoles ir a un lugar menos habitado en la orilla opuesta. En medio del viaje, una repentina tormenta de viento los atacó y las olas entraban en la embarcación (Mar. 4:37). Jesús estaba tan agotado que dormía tranquilamente en la popa, ajeno a la situación. Los discípulos estaban tan ocupados luchando contra la tormenta que pasó un tiempo antes de que se dieran cuenta de que Jesús dormía.

Jesús no dijo nada cuando clamaron a él. Él no dio un sermón para explicar la situación en la que estaban, ni sugirió formas en que los discípulos podían actuar para salir victoriosos de la situación. Simplemente se puso de pie, levantó su mano, y dijo al viento y a las olas que se calmaran, como si fueran solo niños inquietos.

Ante esto, los discípulos quedaron abrumados de admiración. Ellos “temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?” (Mar. 4:41).

En esta historia tenemos muchas lecciones; vemos el poder de Jesús y, unida a eso, nuestra necesidad de confiar en él, no importa lo que suceda.

Aunque podemos ver la realidad del poder del Señor aun sobre la naturaleza, hay un lugar donde él no nos forzará con su poder, y es nuestra propia voluntad. ¿Qué nos dice esto acerca de cuán cuidadosos tenemos que ser con el don de la libertad de elección? ¿De qué forma la realidad del Gran Conflicto nos debe llevar a ser aún más cuidadosos en el uso de ese don?

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