“Él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mat. 1:21).

EL NACIMIENTO DEL DIVINO HIJO DE DAVID

jueves 31 marzo, 2016

En algún momento del aire nocturno entre Mateo 1 y Mateo 2, nació Jesús. Probablemente no fue el 25 de diciembre. Basados en los datos del servicio del templo de Zacarías, los eruditos sugieren que probablemente Jesús nació en el otoño [del hemisferio norte], cuando las ovejas todavía estaban en los campos, tal vez a fines de septiembre u octubre. Es una gran ironía que algunas de las primeras personas que buscaron y adoraron al Mesías judío fueran gentiles. Mientras que la mayoría de quienes tenían la misma nacionalidad de Jesús (y el rey Herodes, un medio judío paranoico) pensaba que sabía qué clase de Mesías debían esperar, estos viajeros del oriente tenían mentes y corazones abiertos. Los magos, o sabios, eran filósofos respetados de Persia que dedicaban sus vidas a buscar la verdad, sin importar de dónde procediera. Entonces, no es extraño que se encontraran adorando a aquel que realmente era “la Verdad”. Si bien en otro contexto, este es un ejemplo de la veracidad de las palabras dichas hacía siglos: “Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jer. 29:13).

Lee Mateo 2:1 al 14. ¿Qué contraste se ve entre la actitud de estos sabios y la del rey Herodes?

Estos paganos cayeron y adoraron a Jesús, en contraste con el rey de la Nación, que procuró, en cambio, matar a Jesús.

Esta historia debería ser un recordativo importante de que estar afiliado a la iglesia no es garantía de estar en una relación correcta con Dios. También debe recordarnos que una comprensión correcta de la verdad es muy importante. Si Herodes y los sacerdotes hubiesen tenido una comprensión mejor de las profecías referidas al Mesías, Herodes habría sabido que Jesús no representaba la clase de amenaza que él temía. Habría comprendido que este “Rey de los judíos” no era nadie de quien debía preocuparse, al menos en relación con la posibilidad de Herodes de mantener su propio poder político inmediato.

Como adventistas del séptimo día, un pueblo bendecido con mucha luz, ¿de qué modo podemos protegernos del engaño de que esta luz, automáticamente, significa que estamos en la relación correcta con Dios? O ¿de qué forma esta luz puede ayudarnos a tener un vínculo más profundo con Dios debido a que la verdad nos lleva a apreciar mejor su carácter?

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