“Él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mat. 1:21).

SIENDO AÚN PECADORES

miércoles 30 marzo, 2016

¿Qué enseñan los siguientes textos acerca de la naturaleza humana? ¿Qué evidencia tenemos de la veracidad de estas afirmaciones? Rom. 3:9, 10; 5:8; Juan 2:25; Jer. 17:9.

Como se ha afirmado a menudo, la Biblia no pinta cuadros favorables de la humanidad o de la naturaleza humana. Desde la caída en el Edén (Gén. 3) hasta la caída de Babilonia en los días finales (Apoc. 18), se ve claramente la triste condición de la humanidad. Y, aunque tendemos a idealizar, por ejemplo, los primeros días de la iglesia antes de la gran “apostasía” (2 Tes. 2:3), es un error hacerlo (ver 1 Cor. 5:1). Todos somos personas caídas y quebrantadas, y eso incluye el linaje del cual surgió Jesús mismo.

El erudito Michael Wilkins escribe: “Lo genuino e improbable de esta genealogía debió de haber asombrado a los lectores de Mateo. Los antepasados de Jesús eran humanos con todas las debilidades, pero también todas las capacidades de las personas comunes. Dios actuó por medio de ellos para obrar su salvación. No hay un esquema de rectitud en el linaje de Jesús. Encontramos adúlteros, prostitutas, héroes y gentiles. El malvado Roboam fue el padre del impío Abías, quien fue el padre del buen rey Asa. Asa fue el padre del buen rey Josafat [...] quien fue el padre del impío rey Joram. Dios estaba obrando a través de generaciones, tanto buenas como malas, para cumplir sus propósitos. Mateo muestra que Dios puede usar a cualquiera –por marginado o despreciado que sea− para cumplir sus propósitos. Este es el mismo tipo de personas que Jesús vino a salvar”.−Zondervan Illustrated Bible Backgrounds Commentary: Matthew, p. 9.

Entonces, necesitamos recordar esto no solo cuando miramos a los demás, sino también cuando nos miramos a nosotros mismos. ¿Qué cristiano, en algún momento, no se desanimó, no cuestionó su fe, no se preguntó si estaba realmente convertido o no? Además, muy a menudo, lo que realmente produce este desánimo es nuestra naturaleza caída, nuestros pecados, nuestras faltas. Por eso, en medio de la desesperación, podemos y debemos obtener esperanza del hecho de que Dios sabe todas estas cosas y envió a Cristo a este mundo para salvar a personas como nosotros.

¿A qué promesas bíblicas puedes aferrarte en momentos de desánimo y desesperación espiritual?

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