“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra” (Gén. 1:26).

RESTAURACIÓN DEL “DOMINIO”

jueves 07 julio, 2016

Como humanos, perdimos mucho con la Caída, incluyendo el dominio que nuestros primeros padres tenían el privilegio de detentar en el Edén. Cristo vino a fin de restaurar lo que nosotros perdimos.

Y, por lo que Cristo hizo, nosotros somos llamados a alcanzar a otros y ayudarlos a recuperar en Cristo lo que él nos ha dado. Aunque este proceso no será completado hasta la segunda venida de Jesús, hay mucho que podemos hacer ahora para alcanzar a quienes son necesitados, y están perdidos y abrumados por el mundo. Podemos comenzar esa restauración ahora mismo, al alcanzar y ayudar a los necesitados.

**¿De qué modo pueden aplicarse los siguientes textos a la misión de ayudar a otros a recuperar el “dominio” perdido por causa del pecado?

Deut. 15:7-12

Luc. 14:12-14

1 Ped. 3:15

Sant. 1:27

Isa. 58:7

2 Tes. 3:10**

Como iglesia, podemos hacer mucho para alcanzar a los necesitados. Algunas veces es proveer alimento, ropa o alojamiento a alguien con una necesidad urgente. No obstante, aun cuando aliviar es necesario, es preciso algo más para ayudar a la gente a restaurar el dominio en sus vidas.

Si bien debemos dar razón de la esperanza que hay en nosotros, siempre que podamos también deberíamos atender sus necesidades físicas y señalarles un mejor camino para su vida. Aunque cada situación es diferente, y las necesidades son distintas, somos llamados por Dios para ser una luz, y una fuente de sanación y esperanza en nuestras comunidades. Eso es lo que significa ser un testigo del Dios amante y salvador a quien servimos. Debemos hacer todo lo que podamos, con la fortaleza del Señor, para ser un faro de luz y esperanza para los menesterosos. Como cristianos, no podemos hacer menos. Al cumplir este servicio, los ayudamos a aprender cómo es Dios. Y al ministrarlos en sus necesidades físicas, estamos preparándolos para que sus corazones puedan ser alcanzados por el Espíritu Santo. Esto es lo que hizo Jesús, y esto es lo que hemos sido llamados a hacer.

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