RESTAURACIÓN DEL “DOMINIO”
Como humanos, perdimos mucho con la Caída, incluyendo el dominio que nuestros primeros padres tenían el privilegio de detentar en el Edén. Cristo vino a fin de restaurar lo que nosotros perdimos.
Y, por lo que Cristo hizo, nosotros somos llamados a alcanzar a otros y ayudarlos a recuperar en Cristo lo que él nos ha dado. Aunque este proceso no será completado hasta la segunda venida de Jesús, hay mucho que podemos hacer ahora para alcanzar a quienes son necesitados, y están perdidos y abrumados por el mundo. Podemos comenzar esa restauración ahora mismo, al alcanzar y ayudar a los necesitados.
¿De qué modo pueden aplicarse los siguientes textos a la misión de ayudar a otros a recuperar el “dominio” perdido por causa del pecado?
Deut. 15:7-12
Luc. 14:12-14
1 Ped. 3:15
Sant. 1:27
Isa. 58:7
2 Tes. 3:10
Como iglesia, podemos hacer mucho para alcanzar a los necesitados. Algunas veces es proveer alimento, ropa o alojamiento a alguien con una necesidad urgente. No obstante, aun cuando aliviar es necesario, es preciso algo más para ayudar a la gente a restaurar el dominio en sus vidas.
Si bien debemos dar razón de la esperanza que hay en nosotros, siempre que podamos también deberíamos atender sus necesidades físicas y señalarles un mejor camino para su vida. Aunque cada situación es diferente, y las necesidades son distintas, somos llamados por Dios para ser una luz, y una fuente de sanación y esperanza en nuestras comunidades. Eso es lo que significa ser un testigo del Dios amante y salvador a quien servimos. Debemos hacer todo lo que podamos, con la fortaleza del Señor, para ser un faro de luz y esperanza para los menesterosos. Como cristianos, no podemos hacer menos. Al cumplir este servicio, los ayudamos a aprender cómo es Dios. Y al ministrarlos en sus necesidades físicas, estamos preparándolos para que sus corazones puedan ser alcanzados por el Espíritu Santo. Esto es lo que hizo Jesús, y esto es lo que hemos sido llamados a hacer.