“Que hace justicia a los agraviados, que da pan a los hambrientos. Jehová liberta a los cautivos; Jehová abre los ojos a los ciegos; Jehová levanta a los caídos; Jehová ama a los justos. Jehová guarda a los extranjeros; al huérfano y a la viuda sostiene, y el camino de los impíos trastorna” (Sal. 146:7-9).

PREOCUPACIONES UNIVERSALES

lunes 11 julio, 2016

Lee Génesis 2:1 al 3. ¿Qué nos indica acerca de la universalidad del sábado?

Si realmente observamos el sábado, no permaneceremos satisfechos solo con nuestro propio descanso (Éxo. 23:12), redención (Deut. 5:12-15) y, en última instancia, la restauración de la Tierra (Isa. 66:22, 23). En realidad, el sábado del séptimo día nos dice que Dios es el Creador y el Proveedor de descanso para todos los que viven sobre esta Tierra. La universalidad del reposo del sábado implica algo que es común a todos nosotros, ricos y pobres. La Paternidad universal de Dios significa igualdad y preocupación comunes entre los seres humanos.

Además, como vimos ayer, la preocupación por la justicia social se extiende de los sábados semanales a los años sabáticos y al año del jubileo. Los principios que están detrás de los tres sábados descritos en Levítico 23 y 25 se extienden también a todos los cristianos. El sábado semanal siempre señalará hacia atrás, a la Creación, así como también hacia adelante, a la Cruz y la Tierra Nueva. Fortalecerá nuestra relación con nuestro compasivo Creador y Salvador, y nos traerá más cerca de aquellos que amamos profundamente: personas que tienen grandes necesidades, que son pobres o están sufriendo.

Sin embargo, noten que, aunque el año sabático y el año del jubileo ilustran principios eternos, esto no significa que hoy hemos de observar literalmente estas fiestas. A diferencia del sábado semanal, que fue instituido durante la Creación en un mundo anterior a la Caída, los otros dos estaban entre los sábados ceremoniales que eran una “sombra de lo que” había de venir (Col. 2:16, 17): señalaban hacia adelante, al ministerio y el sacrificio de Jesús, y a la culminación con su muerte en la cruz. En cambio, estos sábados ceremoniales apuntan a un principio con respecto al modo en que debemos tratar a otros, especialmente a los necesitados. Como pueblo redimido, Israel tenía la obligación de ser una luz en el mundo, mostrando la misericordia de Dios hacia los demás sin discriminación. Con gratitud habían de representar el carácter de Dios a quienes no lo conocían.

Lee Amós 8:4 al 7. ¿Qué sucede aquí y cómo podemos asegurarnos de que, al tratar a otros, no seamos culpables de hacer lo mismo? ¿Qué importancia encuentras, además, dado el contexto, en las palabras: “No me olvidaré jamás de todas sus obras”?

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