HAZLO PERSONAL
Lee Juan 15:12 y 13; Santiago 1:27; y Gálatas 6:2. Juntos, ¿qué nos dicen que es necesario hacer para alcanzar a otros?
Por causa del gran tamaño de las poblaciones urbanas, es fácil olvidar que la fe es personal. El resultado final de alcanzar las ciudades u otros lugares es personas que encuentran una relación personal con Cristo. La investigación ha mostrado que la gran mayoría de los conversos a la Iglesia Adventista dicen que se unieron por tener una relación con un adventista que conocían. El alcanzar a otros involucra la muerte al yo y estar dispuestos a trabajar para el bien de otros.
Arar la tierra, plantar las semillas, nutrir las plantas hasta la cosecha y conservar la cosecha resultan mejor si hay una sólida relación. Necesitamos aprender cómo hacernos amigos de la gente, cómo escucharla, cómo amarla. Estos elementos son esenciales en el trabajo de extensión, pero más en el ministerio urbano, en el que los individuos se sienten perdidos y creen que nadie se interesa en ellos entre tanta población.
Los ministerios urbanos con grupos pequeños podrían tomar la forma de “hogares-iglesia”, como existían en tiempos del Nuevo Testamento (Hech. 2:46), o pueden ser grupos pequeños dentro de una congregación más grande. Siempre que haya un vecindario que no tenga una iglesia local, pero donde hay tres o más adventistas, debe organizarse un grupo pequeño que comience a funcionar en esa comunidad. (Ver Elena de White, Testimonios para la iglesia, t. 7, pp. 23, 24.)
Este enfoque es esencial en el ministerio urbano, pues el complejo mosaico de grupos culturales, étnicos, de lenguaje y socioeconómicos y subculturas para ser alcanzados, incluso en ciudades de tamaño medio, lo requiere. A menos que haya grupos pequeños que apunten a estos segmentos, la misión de Cristo no se completará.
Los ministerios de grupos pequeños también se necesitan por lo difícil que es para los creyentes ser seguidores de Jesús en la ciudad. Hay muchas presiones, tentaciones y encuentros con religiones e ideologías alternativas. Algunos creyentes ceden a las presiones y abandonan la iglesia; otros protegen sus sentimientos, y llegan a ser insensibles a la gente que los rodea y que necesita conocer a Jesús.