“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isa. 9:6).
UN HIJO NOS ES DADO (ISA. 9:6, 7)
Este es el tercer nacimiento especial en el libro de Isaías, después de la mención de los nacimientos de Emanuel y Maher-salal-hasbaz.
¿Qué tiene de especial el Niño que se menciona en estos versículos? Isaías 9:6, 7.
Fíjate que este Libertador tiene varios nombres/epítetos que lo describen de varias maneras. En el antiguo Cercano Oriente, los reyes y las deidades tenían múltiples nombres para mostrar su grandeza.
Él es “Admirable”, así como el divino Ángel de Jehová describió su propio nombre al padre de Sansón como “admirable” (Juec. 13:18; la misma raíz hebrea) y luego ascendió al cielo en la llama del sacrificio sobre el altar de Manoa (Juec. 13:20), prefigurando así su propia ofrenda más de mil años después.
Se lo conoce como divino (“Dios fuerte”) y el eterno Creador (“Padre eterno”; ver Luc. 3:38: “[...] Adán, hijo de Dios”).
Es un Rey de la dinastía de David; su reino de paz será eterno.
Dados estos atributos, ¿quién solamente podría ser este Niño? Ver Luc. 2:8–14.
Algunos han intentado identificarlo con el rey Ezequías, pero la descripción supera con creces a cualquier ser humano común. Solo cabe una persona: Jesucristo, el divino Hijo de Dios y Creador (Juan 1:1–3, 14; Col. 1:5–17; 2:9; Heb. 1:2), quien nos ha nacido para salvarnos y darnos paz. Ha recibido toda la autoridad del cielo y de la Tierra, y siempre está con nosotros (Mat. 28:18-20). Si bien retiene su divinidad, también se ha vuelto humano para siempre; siempre dispuesto a simpatizar con nuestras debilidades (Heb. 4:15).
“Cuando Cristo vino a este mundo, Satanás dominaba el terreno, y disputó cada centímetro en la senda de Cristo desde el pesebre hasta el Calvario. Satanás había acusado a Dios de requerir abnegación de los ángeles cuando él mismo no sabía nada de lo que significaba, ni haría algún sacrificio por otros. Esta fue la acusación de Satanás contra Dios en el cielo. Y después de que el maligno fuera expulsado del cielo, él continuamente acusó al Señor de imponer un servicio exigente que él mismo no estaba dispuesto a prestar. Cristo vino al mundo para hacer frente a esas falsas acusaciones y revelar al Padre” (MS 1:487, 488).
¿Qué nos dice esta cita sobre el carácter de Dios?