“Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra” (Isa. 37:16).
CONMOCIONADO PERO NO DESAMPARADO (ISA. 36:21– 37:20)
¿Cómo afectó la inteligente oratoria del rabsaces a Ezequías y a sus funcionarios? 2 Reyes 18:37–19:4; Isaías 36:21–37:4.
Conmocionado hasta la médula y llorando de angustia, Ezequías acudió a Dios, buscando humildemente la intercesión de Isaías, el mismo profeta cuyo consejo su padre había ignorado.
¿Cómo animó Dios a Ezequías? Isaías 37:5–7.
El mensaje fue breve, pero bastó. Dios estaba de parte de su pueblo. Isaías predijo que Senaquerib escucharía un rumor que lo distraería de su ataque a Judá. Esto se cumplió de inmediato.
Momentáneamente chasqueado, pero sin darse por vencido por mucho tiempo, Senaquerib le envió a Ezequías un mensaje amenazador: “No te engañe tu Dios en quien tú confías, diciendo: Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria. [...] ¿Acaso libraron sus dioses a las naciones [...]? (Isa. 37:10, 12; ver además 2 Crón. 32:17).
Esta vez Ezequías fue directamente al Templo y extendió el mensaje ante el Señor de los ejércitos que habita “entre los querubines” (Isa. 37:14–16).
¿Cómo identificó la oración de Ezequías lo que estaba en juego en la crisis de Jerusalén? Isaías 37:15-20.
Senaquerib había atacado deliberadamente la defensa más fuerte de Ezequías: la fe en su Dios. En lugar de ceder, Ezequías pidió a Dios que demostrara quién es él, “para que todos los reinos de la tierra conozcan que sólo tú eres Jehová” (Isa. 37:20).
Lee con oración el ruego de Ezequías (Isa. 37:15–20). ¿En qué aspectos de Dios se centra? ¿Qué principio vemos en esta oración que nos puede dar ánimo y fortaleza para permanecer fieles en nuestras crisis personales?