“Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!” (Isa. 40:9).
CREADOR MISERICORDIOSO (ISA. 40:12–31)
¿Cómo desarrolla Isaías 40 los temas de la misericordia y el poder de Dios?
En este capítulo, la misericordia y el poder de Dios están entretejidos (ver abajo) e incluso se combinan, porque ambos son necesarios para que Dios salve a su pueblo. Él quiere salvarlo, porque es misericordioso; él puede salvarlo, porque es poderoso.
Misericordia (Isa. 40:1–5): consuelo; venida del Señor para librar. Poder (Isa. 40:3–8): gloria; permanencia versus debilidad humana. Misericordia (Isa. 40:9-11): buenas nuevas de liberación; Pastor de su pueblo. Poder (Isa. 40:12–26): Creador incomparable. Misericordia (Isa. 40:27–31): como Creador, él da poder a los débiles.
Luego de presentar el poder de Dios en términos de su gloria y permanencia (Isa. 40:3–8), Isaías se explaya sobre el poder y la sabiduría superiores de Dios, que hacen que la Tierra y sus habitantes parezcan insignificantes (Isa. 40:12–17). Este estilo de Isaías, con preguntas retóricas y analogías vívidas que aluden a la Tierra y sus partes, se asemeja a la respuesta de Dios a Job (Job 38–41).
¿Cuál es la respuesta a la pregunta retórica de Isaías: “¿A qué, pues, haréis semejante a Dios [...]?” (Isa. 40:18)?
Para Isaías, como para Job, la respuesta es evidente: a nadie. Dios es incomparable. Pero Isaías retoma la pregunta y hace referencia a la respuesta que muchos pueblos antiguos insinuaban con sus acciones, que Dios sería semejante a un ídolo (Isa. 40:19, 20).
A esta noción responde Isaías. De por sí, ya parece una tontería usar la figura de un ídolo que se asemeje Dios, pero solo para asegurarse de que el pueblo entiendiera el concepto, explica la singularidad de Dios y presenta el argumento irrebatible de que él es el santo Creador (Isa. 40:21–26).
¿Cómo revela el versículo 27 la actitud de las personas a las que Isaías dirige el mensaje? ¿En qué medida nosotros somos culpables de tener esa misma actitud?