“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza [...]. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Gén. 1:26, 27).
TORTUGAS HASTA EL FONDO...
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gén. 1:1). El tema más crucial de la existencia humana es la naturaleza del Universo mismo. ¿Qué es este mundo en el que nos encontramos sin haberlo elegido? ¿Por qué estamos aquí? ¿Cómo llegamos aquí? Y ¿hacia dónde nos dirigimos todos finalmente?
Estas son las preguntas más básicas y fundamentales que la gente podría hacerse, porque entender quiénes somos y cómo llegamos aquí afectará nuestra comprensión de cómo vivimos y cómo actuamos mientras estemos aquí.
Busca los siguientes versículos: Génesis 1:1; Salmo 100:3; Isaías 40:28; Hechos 17:26; Efesios 3:9; Hebreos 1:2, 10. ¿Cómo responde cada uno, a su manera, algunas de las preguntas anteriores? ¿Cuál es el punto en común en todos ellos?
Lo interesante de Génesis 1:1 (e incluso de los demás versículos) es que el Señor no intenta probar que él es el Creador. No hay elaboración de argumentos para demostrarlo. Él se expresa de manera simple y clara, sin ningún intento de justificarlo, explicarlo ni probarlo. O lo aceptamos por fe o no lo aceptamos. De hecho, la fe es la única forma en que podemos aceptar la idea, por una sencilla razón: ninguno de nosotros estaba allí para ver el proceso de Creación en sí. Obviamente, habría sido una imposibilidad lógica para nosotros haber estado allí, en nuestra propia creación. Incluso los secularistas, independientemente de su punto de vista sobre los orígenes, tienen que adoptar ese enfoque con fe por la misma razón que nosotros, como creacionistas: ninguno de nosotros estuvo allí para ver el evento.
Sin embargo, aunque Dios nos haya pedido que creamos en él como Creador, no nos pide que creamos sin darnos buenas razones para hacerlo. Sabiendo que se requiere una cierta cantidad de fe en casi todo lo que creemos, escribe las razones por las que tiene sentido confiar en que estamos aquí porque un Creador nos colocó aquí con un propósito, en vez de pensar que nuestros orígenes están enraizados en nada más que la pura casualidad o el azar.