“Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti” (Gén. 17:7).
’EL SHADDAI
“Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (Gén. 17:1).
Yahvéh se le había aparecido a Abraham varias veces antes (Gén. 12:1, 7; 13:14; 15:1, 7, 18). Ahora, en el texto anterior, Yahvéh se le aparece nuevamente a Abram (“le apareció Jehová” a “Abram”), presentándose como “Dios Todopoderoso”, un nombre que se usa solo en el libro de Génesis y en el libro de Job. El nombre “Dios Todopoderoso” consiste primero en ’El, el nombre básico de Dios utilizado entre los semitas. Aunque el significado exacto de Shaddai no es del todo certero, la traducción “Todopoderoso” parece la más precisa. (Comparar con Isa. 13:6 y Joel 1:15.) La idea primordial en el uso de este nombre parece ser la de contrastar la fuerza y el poder de Dios con la debilidad y la fragilidad de la humanidad.
Lee Génesis 17:1 al 6, que ayuda a ubicar todo en un contexto más amplio. ¿Por qué querría el Señor en este momento enfatizar a Abram su fuerza y su poder? ¿Qué le estaba por decir Dios que requeriría que Abram confiara en esa fuerza y ese poder? Observa especialmente el versículo 6.
Una traducción literal de Génesis 17:1 al 6 sería, “Jehová se apareció a Abram y le dijo: ‘Yo soy ’El-Shaddai’; anda delante
de mí y sé perfecto. Y haré mi pacto entre tú y yo, y te multiplicaré en gran manera. [...] Y serás padre de una multitud de naciones [...] y te haré fructífero en gran manera”. Este mismo nombre aparece también en Génesis 28:3, donde Isaac dice que ’El-Shaddai bendecirá a Jacob, lo hará fecundo y lo multiplicará.
Una promesa similar de ’El-Shaddai se encuentra en Génesis 35:11; 43:14; y 49:25, pasajes que sugieren la prodigalidad de Dios: ’El, el Dios de poder y autoridad, y Shaddai, el Dios de riquezas inagotables, riquezas que está dispuesto a otorgar a quienes las busquen con fe y obediencia.
Se ha dicho que una rosa con cualquier otro nombre olería igual de dulce, con la idea de que el nombre no importa. Sin embargo, ¿cuánto consuelo y esperanza tendrías si el nombre del Señor fuera “El Dios Frágil” o “El Dios Débil”? Analiza el texto de hoy. Reemplaza “Dios Todopoderoso” con estos otros dos nombres. ¿Cómo estarían tu fe y tu confianza en él si el Señor se presentara a nosotros de esa manera? Al mismo tiempo, ¿cómo nos reconforta el nombre ’El-Shaddai?