“He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mat. 28:20).

LA PROMESA DEL MESÍAS: SEGUNDA PARTE

martes 27 de abril, 2021

“Para disfrutar de la verdadera felicidad, debemos viajar a un país muy lejano, e incluso fuera de nosotros mismos” (Thomas Browne).

Analiza la cita anterior, escrita en el siglo XVII. ¿Estás de acuerdo con ella o no? Léela en el contexto de 1 Tesalonicenses 4:16 al 18 y de Apocalipsis 3:12.

Agustín escribió sobre la condición humana: “Esta misma vida, si tal se puede llamar, llena como está de tantos y tamaños males, nos atestigua que todo el linaje humano fue condenado. ¿Qué otra cosa nos indica la espantosa profundidad de la ignorancia, de donde proceden todos los errores que abarcan en su tenebroso seno a todos los hijos de Adán, de los que no puede librarse el hombre sin esfuerzo, dolor y temor? ¿Qué otra cosa indica el amor de tantas cosas inútiles y nocivas, del cual proceden las punzantes preocupaciones, las inquietudes, tristezas, temores, gozos insensatos, discordias, altercados, guerras, asechanzas, enojos, enemistades, engaños; la adulación, el fraude, el hurto, rapiña, perfidia, soberbia, ambición, envidia, homicidios, parricidios, crueldad, maldad, lujuria, petulancia, desvergüenza, fornicaciones, adulterios, incestos y toda serie de estupros de ambos sexos contra la naturaleza, que sería torpe citar; los sacrilegios, las herejías, blasfemias, perjurios, opresiones de inocentes, calumnias, asechanzas, prevaricaciones, falsos testimonios, juicios injustos, violencias, latrocinios y todo el cúmulo de males semejantes que no vienen ahora a la mente” (Agustín de Hipona, Ciudad de Dios, libro 22, cap. 22, párr. 1).

La cita de Agustín podría aplicarse a la mayoría de las ciudades de la actualidad. Sin embargo, lo escribió hace más de mil quinientos años. Poco ha cambiado la humanidad; por eso, la gente quiere evadirse.

Afortunadamente, por más difícil que sea nuestra situación ahora, el futuro es brillante, pero solo por lo que Dios hizo por nosotros a través de la vida, la muerte, la resurrección y el ministerio sumosacerdotal de Jesucristo: el cumplimiento definitivo de la promesa del pacto que hizo a Abraham de que, en su simiente, todas las familias de la Tierra serán bendecidas.

Repasa la cita de Agustín. Escribe algo con tus propias palabras para describir la triste situación del mundo actual. Al mismo tiempo, busca algún pasaje bíblico que encuentres que hable de lo que Dios nos ha prometido en Jesucristo (p. ej., Isa. 25:8; 1 Cor. 2:9; Apoc. 22:2-5). Medita sobre esas promesas. Hazlas tuyas. Solo entonces podrás comprender verdaderamente de qué se trata el Pacto.