“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Ped. 2:9).

“MÁS QUE TODOS LOS PUEBLOS...”

domingo 2 de mayo, 2021

“Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra” (Deut. 7:6).

No cabe dudas al respecto: el Señor había elegido específicamente al pueblo hebreo para que fuera su representante especial en la Tierra. La palabra traducida como “especial” en el versículo anterior, segulah, puede significar “propiedad valiosa” o “tesoro peculiar”. También es esencial recordar que esta decisión fue totalmente un acto de Dios, una expresión de su gracia. El pueblo, en sí, no tenía nada que lo hiciera merecedor de esta gracia, porque la gracia es algo inmerecido.

Lee Ezequiel 16:8. ¿Cómo ayuda eso a explicar el hecho de que el Señor haya escogido a Israel?

“¿Por qué Yahvéh escogió a Israel? Eso era inescrutable. Era un grupito de gente sin gran cultura ni prestigio. No poseía cualidades personales especiales que justificaran esa elección. La elección fue exclusivamente obra de Dios [...]. La causa primordial de esa elección se encuentra en el misterio del amor divino. Sin embargo, el hecho es que Dios amó a Israel y lo escogió, y así cumplió su promesa hecha a los padres. [...] Había sido elegido en virtud del amor que le tenía Yahvéh. Había sido liberado de la esclavitud de Egipto por una demostración del poder de Yahvéh. Si alguna vez captara estos grandes hechos, se daría cuenta de que en verdad era un pueblo santo y sumamente apreciado. Por lo tanto, cualquier tendencia suya a renunciar a un estatus tan noble era extremadamente reprobable” (J. A. Thompson, Deuteronomy, pp. 130, 131).

Según el plan divino, los israelitas debían ser un linaje real y sacerdotal. En un mundo de maldad, serían reyes, morales y espirituales, en el sentido de que prevalecerían sobre el dominio del pecado (Apoc. 20:6). Como sacerdotes, debían acercarse al Señor en oración, alabanza y sacrificio. Como intermediarios entre Dios y los paganos, debían servir como instructores, predicadores y profetas, y debían ser ejemplos de una vida santa: los exponentes celestiales de la verdadera religión.

Analiza la frase del versículo de hoy, en la que el Señor dice que debían ser “más [especiales] que todos los pueblos que están sobre la tierra”. Si consideramos todo lo que enseña la Palabra sobre la virtud de la humildad y el peligro del orgullo, ¿qué crees que significa este versículo? ¿En qué sentido iban a ser más especiales que todos los pueblos? ¿Deberíamos aplicar esa idea a nosotros también, como iglesia? Si es así, ¿de qué manera?