“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

NUEVO PACTO Y NUEVO CORAZÓN

martes 22 de junio, 2021

“Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efe. 3:17-19).

Como muestran las lecciones anteriores de este trimestre, mediante el Nuevo Pacto el Señor instala la Ley en nuestro corazón (Jer. 31:31-33). No solo la Ley está allí; según los textos de hoy, Cristo también está. Esto, por supuesto, tiene sentido, porque Cristo y su Ley están estrechamente relacionados. Por lo tanto, al tener la Ley de Cristo en nuestro corazón, y a Cristo morando allí también (la palabra griega traducida en el texto anterior como habitar también significa “establecerse”, lo que da la idea de permanencia), llegamos a otro de los grandes beneficios del Pacto: un corazón nuevo.

¿Por qué necesitamos un corazón nuevo? ¿Qué cambios se manifestarán en aquellos que tienen un corazón nuevo?

Vuelve a leer el pasaje de hoy. Fíjate que Pablo enfatiza el elemento del amor al decir que debemos estar “arraigados y cimentados” en él. Estas palabras implican estabilidad, firmeza y permanencia en el fundamento del amor. Nuestra fe no significa nada si no está arraigada en el amor por Dios y el amor por los demás (Mat. 22:37-39; 1 Cor. 13). Este amor no se da en el vacío; al contrario, se da porque vislumbramos el amor de Dios por nosotros –un amor que “sobrepasa todo entendimiento”– manifestado a través de Jesús. Como resultado, nuestra vida cambia, el corazón cambia y nos convertimos en personas nuevas, con pensamientos nuevos, deseos nuevos y metas nuevas. La reacción al amor de Dios por nosotros es lo que cambia nuestro corazón y nos infunde amor por los demás. Quizás esto sea lo que Pablo quiere decir, al menos parcialmente, cuando habla de que estamos llenos de “toda la plenitud de Dios”.

Lee 1 Juan 4:16. ¿Cómo se relaciona este versículo con lo que Pablo escribió en Efesios 3:17 al 19?

Repasa los textos que hemos estudiado hoy. ¿Qué puedes hacer para permitir que se cumplan en ti las promesas de estos textos? ¿Hay cosas que necesitas cambiar, cosas que quizá te impidan experimentar “toda la plenitud de Dios” (Efe. 3:19)? Haz una lista de los cambios que necesitas hacer en tu vida. Haz una para ti y, si te sientes cómodo, haz una que puedas compartir con la clase. ¿Cómo pueden ayudarse mutuamente para realizar los cambios necesarios?