“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Sal. 51:10).
AGOTADO Y CANSADO
En una cálida tarde primaveral, el inquieto rey David paseaba por la terraza de su palacio. Debía haber estado con su ejército al otro lado del Jordán. Debía haber estado guiando al pueblo de Dios para derrotar a los amonitas y finalmente llevar paz al reino.
El hecho de no estar donde debía haber estado abrió la puerta a la tentación para David. Lee la historia en 2 Samuel 11:1 al 5. ¿Qué sucedió y qué gran pecado cometió David?
David vio a una “mujer muy hermosa” que se estaba bañando en el techo de su casa. Sus impulsos pecaminosos se apoderaron de él esa tarde, y durmió con Betsabé, la esposa de un oficial de confianza del ejército. Como todos los reyes de la antigüedad, David tenía un poder absoluto. Como rey, no tenía que seguir las reglas que gobernaban a todos los demás. Y, sin embargo, la dolorosa historia de la familia de David después de este momento que cambió la historia nos recuerda el hecho de que, incluso como rey, él no estaba por encima de la Ley de Dios.
De hecho, la Ley existe como una protección, una salvaguarda, y cuando incluso el rey se desvió de ella, enfrentó terribles consecuencias. Tan pronto como David transgredió los límites de la Ley de Dios, comenzó a sentir sus efectos en todos los aspectos de su vida. David pensó que su apasionada aventura había pasado desapercibida; sin embargo, Betsabé ahora estaba embarazada... y su esposo estaba lejos.
Lee 2 Samuel 11:6 al 27. ¿Cómo trató David de encubrir su pecado?
Incluso los planes más intrincados de David de hacer volver a Urías a casa con su esposa, Betsabé, fracasaron. Urías era un hombre de reputación estelar, que responde a las sutiles insinuaciones de David: “El arca e Israel y Judá están bajo tiendas, y mi señor Joab, y los siervos de mi señor, en el campo; ¿y había yo de entrar en mi casa para comer y beber, y a dormir con mi mujer?” (2 Sam. 11:11). Finalmente, un David desesperado recurre al asesinato por “control remoto” para encubrir su pecado.
Es difícil creer que David, a quien Dios le había dado tanto, pudiera haberse rebajado tanto. Sin importar quiénes seamos, ¿qué advertencia deberíamos extraer todos de esta historia?