“Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén” (2 Ped. 3:17, 18).

CÓMO TENER VERDADERA AUTOESTIMA

martes 3 de agosto, 2021

Si José albergaba alguna esperanza de escaparse y encontrar el camino de vuelta, esta se frustró al llegar a Egipto, donde es revendido a una familia prominente. Génesis 39:1 nos dice que “Potifar oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo compró de los ismaelitas”. De repente, el joven se vio inmerso en un idioma y una cultura nuevos y extraños.

Nuestra familia y las relaciones cercanas son fundamentales en el desarrollo de la autoestima. José creció creyendo que él era especial: el hijo mayor de la esposa más amada (Gén. 29:18). Definitivamente, era el favorito de su padre y el único con un hermoso vestido de muchos colores (Gén. 37:3, 4).

Pero ¿quién era ahora? Un esclavo, alguien que se podía comprar o vender a voluntad. Fíjate cuán rápido cambió su situación. Fíjate cuán rápido la vida parecía haberse vuelto contra él.

Sin duda, José aprende la lección que todos tenemos que aprender. Si dependemos de los demás para que nos digan cuánto valemos, entonces preparémonos para un camino difícil y lleno de confusión, porque no todos apreciarán quiénes somos ni cómo somos. Más bien, necesitamos hallar nuestra autoestima en lo que Dios piensa de nosotros, en la manera en que Dios nos ve, y no en nuestros roles actuales.

¿Cómo nos ve Dios a cada uno? (Isa.43:1; Mal.3:17; Juan 1:2; Juan 15:15; Rom.8:14; 1 Juan 3:1, 2).

Dios nos mira a cada uno con gafas teñidas de gracia. Ve un potencial, una belleza y un talento que ni siquiera podemos imaginar. De hecho, estuvo dispuesto a morir por nosotros para que pudiéramos tener la oportunidad de desarrollar todo el potencial para el que fuimos creados. Aunque nos muestra nuestra pecaminosidad y el gran precio que costó redimirnos, la Cruz también nos muestra nuestro gran valor para Dios. Independientemente de lo que los demás piensen de nosotros o incluso de lo que pensemos de nosotros mismos, Dios nos ama y busca redimirnos no solo del poder de los pecados ahora, sino también de la muerte eterna que estos traen consigo.

La pregunta clave, entonces, es siempre la misma: ¿Cómo respondemos a la realidad del amor de Dios, según se revela en Jesucristo?

Hay muchos grupos y personas que nos dicen que nos amemos tal como somos y nos aceptemos sin crítica. ¿Por qué esto en realidad es un autoengaño? ¿Por qué es importante que nuestro valor provenga de fuera de nosotros mismos y de aquel que nos creó y conoce nuestro verdadero potencial?