“Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Gén. 2:3).
CIRCUNSTANCIAS NUEVAS
Después de cuarenta años de vagar por el desierto, había una nueva generación con recuerdos vagos (por no decir ninguno) de Egipto. Tuvieron una experiencia de vida muy diferente de la de sus padres. Esta nueva generación había sido testigo de la repetida falta de fe de sus padres y, como consecuencia, ellos también tuvieron que vagar por el desierto mientras la generación de sus padres iba muriendo.
Tuvieron el privilegio de tener el Santuario en el centro del campamento y pudieron ver la nube que indicaba la presencia de Dios sobre el Tabernáculo. Cuando se movía, sabían que era hora de hacer las maletas y seguir. Esta nube que brindaba sombra durante el día y la columna de fuego que proporcionaba luz y calor durante la noche eran recordatorios constantes del amor y el cuidado de Dios por ellos.
¿Qué recordatorio personalizado del reposo sabático tenían? Lee Éxodo 16:14 al 31.
A diferencia de la teología popular, estos versículos prueban que el día de reposo sabático es anterior a la promulgación de la Ley en el Sinaí.
El alimento especial que Dios proveyó era un recordatorio diario del hecho de que el Creador sustentaba su Creación. De una manera muy tangible, Dios suplía sus necesidades. Cada día era un milagro cuando la comida aparecía y desaparecía con el sol. Cada vez que alguien intentaba acumular para el día siguiente, se pudría y apestaba; y sin embargo, todos los viernes había suficiente para una ración doble, y lo que sobraba para comer el sábado se mantenía milagrosamente fresco.
Israel ahora tenía el servicio del Santuario y todas las leyes y los estatutos registrados en Levítico y Números. Aun así, el anciano Moisés convoca a todos, les repite su historia y repasa las leyes que Dios les ha dado (ver Deut. 5:6-22).
Esta nueva generación finalmente estaba preparada para ingresar en la Tierra Prometida. Israel estaba a punto de sufrir un cambio de liderazgo, y un Moisés anciano quería asegurarse de que esta generación recordara quiénes eran y cuál era su misión. No quería que repitieran los errores de sus padres. Y entonces repasa las leyes de Dios. Los Diez Mandamientos se repiten para que esta generación, a punto de conquistar Canaán, no se olvide de ellos.
En nuestra experiencia personal, la segunda venida de Jesús podría nunca ser más que unos instantes después de nuestra muerte. Por lo tanto, su regreso está siempre cerca; quizá más de lo que imaginamos. La observancia del sábado ¿en qué medida nos recuerda no solo lo que Dios ha hecho por nosotros, sino también lo que hará por nosotros cuando regrese?