“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Heb. 12:2).

POR FE, RAHAB Y EL RESTO...

miércoles 9 de marzo, 2022

Lee Hebreos 11:31 y Josué 2:9 al 11. ¿Por qué se incluyó a Rahab, una prostituta pagana, en este pasaje de personajes bíblicos sagrados?

Rahab probablemente sea el personaje menos esperado que encontramos en Hebreos 11. Rahab es una de las dos mujeres que se mencionan por su nombre. Ella es la décima en la lista. Los nueve anteriores son antepasados y patriarcas de Israel, y a cada uno se lo consideraba justo. Con Rahab, nos encontramos no solo la sorpresa de que es una mujer (en una genealogía masculina), sino también que se había dedicado a la prostitución, y que provenía de una nación pagana.

Lo más sorprendente es que también es el centro temático y el clímax del capítulo. La lista está organizada de una manera única. Cada entrada comienza con el uso repetitivo de la frase “por la fe”. El patrón básico es “Por la fe, Fulano hizo tal o cual cosa”, o “Por la fe, esto y aquello le sucedió a Fulano”. Este patrón repetitivo aumenta la expectativa del lector de escuchar la afirmación culminante de que “por la fe Josué condujo al pueblo a la Tierra Prometida”.

Pero eso no es lo que dice el texto. Josué no es tenido en cuenta y la prostituta ocupa su lugar. Después de la mención de Rahab, el patrón repetitivo termina abruptamente con: “¿Y qué más digo?” (Heb. 11:32). Luego, Pablo enumera rápidamente algunos nombres y eventos que no explica en detalle.

El acto de fe de Rahab fue que oyó, creyó y obedeció, aunque no vio. No vio las plagas de Egipto, ni la liberación en el Mar Rojo, ni el agua fluir de la roca, ni el pan descender del cielo; sin embargo, ella creyó. Ella era un buen ejemplo para la audiencia de Hebreos, que no escuchó a Jesús predicar ni lo vio hacer un milagro; y también para nosotros, que tampoco vimos ninguna de estas cosas.

“Rahab era una prostituta que vivía en la muralla de Jericó. Encubrió a los dos espías israelitas enviados a reconocer las defensas de esa ciudad. Debido a su bondad hacia ellos, y su profesión de fe en el Dios verdadero, los espías prometieron salvar su vida y la de su familia cuando se produjera el ataque” (Introducción a Rahab en HD 37).

Luego, Pablo sigue (Heb. 11:35–38) con una lista de las dificultades que muchos enfrentaron. La frase “no aceptando el rescate” (Heb. 11:35) implica que tenían la posibilidad de escapar, pero optaron por no hacerlo, porque su vista estaba puesta en la recompensa de Dios.

Aunque nosotros no vimos cuando sucedieron estas cosas (la Creación en seis días, el Éxodo, la Cruz de Cristo), ¿por qué tenemos tantas buenas razones para creer que ocurrieron?