“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia” (Heb. 12:28).

CONMOVER Á EL CIELO Y LA TIERRA

martes 15 de marzo, 2022

Después de describir la reunión festiva que tuvo lugar en el cielo, Pablo les advierte a los lectores que deben prestar atención a la voz de Dios porque Dios hará estremecer “una vez más [...] no solo la tierra, sino también el cielo” (Heb. 12:26 NVI). Pablo está diciendo que, aunque Jesús ha sido entronizado en el cielo, nuestra salvación no se ha consumado. Debemos prestar atención porque aún está por ocurrir un acontecimiento importante.

Compara Hageo 2:6 al 9, 20 al 22; Salmo 96:9 y 10; 99:1; y Hebreos 12:26 y 27. ¿Cuál es el propósito de que Dios conmueva el cielo y la tierra? ¿Qué significa esto?

En el Antiguo Testamento, el temblor de la tierra era una figura común de la presencia de Dios, quien aparece para liberar a su pueblo. Cuando Débora y Barac pelearon contra Sísara, Dios peleó desde el cielo por ellos (Juec. 5:20). Esto se describe como un terremoto poderoso, un temblor de la tierra y los montes debido a la presencia de Dios (Juec. 5:4, 5). Encontramos que esta misma imagen se muestra en todo el Antiguo Testamento cuando Dios aparece para librar a los oprimidos (Sal. 68:7, 8; 60:2; 77:17, 18). Por ende, el temblor llegó a ser una señal del Juicio de Dios al afirmar su autoridad sobre los pueblos de la Tierra. Los profetas predijeron que esto sucedería en el Día de Jehová (Isa. 13:13; 24:18–23).

Para los hebreos, el “temblor” del cielo y la Tierra se refiere a la destrucción de los enemigos de Dios. Esto es lo que Dios prometió en la entronización de Jesús. Dios le dijo: “Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” (Heb. 1:13). Por lo tanto, Jesús ha derrotado al enemigo (Heb. 2:14-16) y fue entronizado (Heb. 1:5-14), pero los enemigos aún no han sido destruidos (Heb. 10:11-14; 1 Cor. 15:23-25).

No obstante, Dios destruirá a estos enemigos en el futuro, cuando haga temblar el cielo y la Tierra. Por lo tanto, el temblor del cielo y la Tierra implica la destrucción de los poderes terrenales que persiguen al pueblo de Dios y, más aún, la destrucción de los poderes celestiales (Satanás y sus ángeles) que están detrás de los poderes terrenales y los controlan.

¿Por qué la promesa de que un día se hará justicia y que el mal será destruido algún día es una promesa tan esperanzadora para todos nosotros, especialmente para quienes han sufrido directamente a manos del mal?