“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Gén. 3:15).
EL DESTINO DE LA SERPIENTE
“Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón” (Gén. 3:15, NVI). ¿Qué es esto que le dijo el Señor a la serpiente, y qué esperanza está implícita en estos versículos?
Dios comienza su juicio con la serpiente porque ella es quien inició todo el drama. La serpiente también es el único ser maldecido en esta narración.
Llegamos aquí a una especie de “reversión” de la Creación. Mientras que la Creación dio paso a la vida, el aprecio por lo bueno y las bendiciones, el Juicio conduce a la muerte, el mal y las maldiciones, pero también a la esperanza y la promesa de salvación. Junto a la lúgubre imagen de la serpiente aplastada que se come el polvo (Gén. 3:14), brilla la esperanza de la salvación de la humanidad, que surge en forma de profecía. Aun antes de las condenaciones de Adán y de Eva, que vendrán después, el Señor les presenta la esperanza de la redención (Gén. 3:15). Sí, han pecado; sí, sufrirán a causa de su pecado; y sí, ellos también morirán a causa de los pecados. No obstante, a pesar de todo eso, existe la esperanza suprema, la esperanza de la salvación.
Compara Génesis 3:15 con Romanos 16:20; Hebreos 2:14; y Apocalipsis 12:17. ¿Cómo se revelan el plan de salvación y el Gran Conflicto en estos pasajes?
Observa los paralelismos entre Génesis 3:15 y Apocalipsis 12:17: el dragón (serpiente) enfurecido (enemistad); la simiente (descendencia); y entre la mujer del Edén y la mujer de Apocalipsis 12:17, la batalla (el Gran Conflicto) que se trasladó al Edén, con la Caída, continuará hasta el tiempo del fin. Sin embargo, la promesa de la derrota de Satanás ya se dio en el Edén, en el sentido de que su cabeza será aplastada, un tema revelado más explícitamente en Apocalipsis, que describe su muerte final (Apoc. 20:10). Es decir, desde el principio, a la humanidad se le dio la esperanza de que habría una salida del terrible caos que surgió del conocimiento del mal, una esperanza de la que todos podemos participar ahora mismo.
¿Por qué es tan reconfortante ver que en el mismo Edén, donde comenzó el pecado y la maldad en la Tierra, el Señor comenzó a revelar el plan de salvación?