“Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra” (Gén. 11:9).
“DESCENDAMOS”
Lee Génesis 11:5 al 7; y Salmo 139:7 al 12. ¿Por qué Dios descendió a la Tierra? ¿Cuál fue el hecho que motivó esta reacción divina?
Irónicamente, aunque los hombres estaban “subiendo”, Dios tuvo que bajar hasta ellos. El descenso de Dios es una confirmación de su supremacía. Dios siempre estará más allá de nuestro alcance humano. Cualquier esfuerzo humano por subir hasta él y encontrarnos con él en el cielo es inútil y ridículo, no cabe ni la menor duda. Por eso, para salvarnos, Jesús descendió hasta nosotros; de hecho, no había otra manera en que él nos salvara.
Una gran ironía en el relato de la torre de Babel se ve en la declaración de Dios: “Ver la ciudad y la torre” (Gén. 11:5). Dios no tenía que bajar para ver (Sal. 139:7-12; comparar con Sal. 2:4), pero lo hizo de todos modos. El concepto enfatiza el interés de Dios en la humanidad.
Lee Lucas 1:26 al 33. ¿Qué nos enseña esto acerca de que Dios haya descendido hasta nosotros?
El hecho de que Dios haya descendido también nos recuerda el principio de la justificación por la fe y el proceso de la gracia de Dios. Cualquiera que sea el trabajo que realicemos para Dios, él todavía tendrá que bajar para reunirse con nosotros. No es lo que hacemos por Dios lo que nos llevará a él y a la redención, es la iniciativa de acercamiento de Dios lo que nos salvará. De hecho, dos veces el texto de Génesis habla de que Dios “descendió”, lo que sugiere cuánto le importaba lo que estaba sucediendo allí.
Según el pasaje, el Señor quería poner fin a esa unidad profundamente arraigada, que, por ser seres caídos, solo podría conducir a una maldad cada vez mayor. Por eso decidió confundir su lengua, lo que pondría fin a su estrategia de unificación.
“Los planes de los constructores de la torre de Babel terminaron en vergüenza y derrota. El monumento de su orgullo llegó a ser el memorial de su locura. Pero los hombres siguen hoy el mismo sendero: dependen de sí mismos y rechazan la Ley de Dios. Es el principio que Satanás trató de practicar en el cielo, el mismo que siguió Caín al presentar su ofrenda” (PP 115).
En el relato de la torre de Babel, ¿cómo vemos otro ejemplo de arrogancia humana, que en última instancia fracasará? ¿Qué lecciones personales podemos extraer de esta historia?