“Era Abraham ya viejo, y bien avanzado en años; y Jehová había bendecido a Abraham en todo” (Gén. 24:1).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Dado que Abraham fue el extraordinario profeta con quien Dios compartió sus planes (Gén. 18:17), Dios entró en la esfera humana de Abraham y compartió con él, hasta cierto punto, su plan de salvación mediante el sacrificio de su Hijo.
“Isaac prefiguró al Hijo de Dios, que iba a ser ofrecido por los pecados del mundo. Dios quería inculcar en Abraham el evangelio de la salvación del hombre. Para ello, y a fin de que la verdad fuese una realidad para él como también para probar su fe, le pidió que quitara la vida a su amado Isaac. Todo el pesar y la agonía que soportó Abraham por esta sombría y temible prueba tenía por propósito grabar profundamente en él la comprensión del plan de redención en favor del hombre caído. Se le hizo entender mediante su propia experiencia cuán inmensa era la abnegación del Dios infinito al dar a su propio Hijo para que muriese a fin de rescatar al hombre de la ruina completa. Para Abraham, ninguna tortura mental podía igualarse con la que sufrió al obedecer la orden divina de sacrificar a su hijo” (TI 3:407).
“Abraham había llegado a la ancianidad y sabía que pronto moriría, pero aún le quedaba un acto por cumplir, para asegurar a su descendencia el cumplimiento de la promesa. Isaac era el que Dios había designado para sucederlo como depositario de la Ley de Dios y padre del pueblo escogido; pero todavía era soltero. Los habitantes de Canaán estaban entregados a la idolatría, y Dios, sabiendo que tales uniones conducirían a la apostasía, había prohibido el matrimonio entre ellos y su pueblo. El patriarca temía el efecto de las corruptoras influencias que rodeaban a su hijo. [...] En la mente de Abraham, la elección de una esposa para su hijo era un asunto de suma importancia; anhelaba que se casara con quien no lo apartase de Dios.
“Isaac, confiando en la sabiduría y el cariño de su padre, estaba conforme con dejarle a él la solución del asunto, creyendo también que Dios mismo lo guiaría en la elección” (PP 168).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- En clase, dialoguen sobre la voluntad de Abraham de sacrificar a Isaac. Traten de imaginar la clase de fe que revela este relato. ¿Qué tiene esta historia de asombrosa e inquietante al mismo tiempo?
- ¿Y el libre albedrío? ¿Por qué nuestra fe no tiene sentido si no existe libertad de elección? ¿Qué ejemplos tenemos en la Biblia de libre albedrío y cómo, a pesar de las decisiones incorrectas de la gente, la voluntad de Dios finalmente se cumple?