“Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador” (Gén. 37:19).

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

viernes 10 de junio, 2022

Lee Elena de White, Patriarcas y profetas, “José en Egipto”, pp. 214–224. “En los primeros tiempos de su vida, al pasar de la juventud a la virilidad,

José y Daniel fueron separados de sus hogares y llevados cautivos a países paganos. José, especialmente, fue expuesto a las tentaciones que acompañan a los grandes cambios de fortuna. En la casa de su padre, fue un niño tiernamente mimado; en la casa de Potifar, fue esclavo, y luego confidente y compañero, hombre de negocios, educado mediante el estudio, la observación y el contacto con los hombres; en la cárcel de Faraón, fue un preso del Estado, condenado injustamente, que no tenía esperanza de vindicación ni perspectiva de libertad; en un momento de gran crisis fue llamado a actuar en el Gobierno de la Nación. ¿Qué lo capacitaba para conservar su integridad? [...]

“En su niñez se le había enseñado a amar y temer a Dios. A menudo se le había contado, en la tienda de su padre, bajo las estrellas de Siria, la historia de la visión nocturna de Betel, de la escalera entre el cielo y la Tierra, de los ángeles que subían y bajaban, y de aquel que se reveló a Jacob desde el Trono de lo alto. Se le había contado la historia del conflicto habido junto al Jaboc, donde, después de renunciar a pecados arraigados, Jacob fue vencedor y recibió el título de príncipe con Dios.

“Mientras era pastorcillo y cuidaba los rebaños de su padre, la vida pura y sencilla de José había favorecido el desarrollo de las facultades físicas y mentales. Por la comunión con Dios mediante la naturaleza, y el estudio de las grandes verdades transmitidas de padre a hijo, como cometido sagrado, obtuvo fuerza mental y firmeza de principios.

“Cuando se produjo la crisis de su vida, durante el viaje terrible que hizo desde el hogar de su niñez, situado en Canaán, hasta la esclavitud que lo esperaba en Egipto, al contemplar por última vez las colinas que ocultaban las tiendas de su parentela, José recordó al Dios de su padre. Recordó las lecciones aprendidas en su niñez y su alma se conmovió cuando hizo la resolución de ser fiel, y conducirse siempre como corresponde a un súbdito del Rey del cielo” (Ed 51, 52).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Compara a José con Daniel y Jesús. ¿Cuáles son los puntos en común? ¿Cómo revelan José y Daniel, a su manera, aspectos de Jesús y de cómo habrá sido Jesús?
  2. En clase, dialoguen sobre la pregunta que está al final del estudio del jueves. ¿Cómo aprendemos a confiar en Dios cuando las cosas no nos salen tan bien como finalmente ocurrió con José?